La posibilidad de la reprogramación
celular, hacer retroceder a las células a estados previos a su situación
actual, ha revolucionado la investigación biológica por sus amplias posibles
implicaciones en todos los procesos biológicos. No sería la menor de ellas
tener la posibilidad de realizar una reprogramación celular sobre las células
cancerosas de un tumor, consiguiendo que retornasen a su estado previo de
normalidad. Ello significaría disponer de un mecanismo universal y efectivo
para luchar contra todo tipo de tumores cancerosos.
¿Será ello posible? En cualquier
caso el camino será arduo y largo, pero según una investigación que publica en
su número del 24 de agosto de 2015 la revista Nature Cell Biology, el primer
paso lo ha conseguido con éxito un grupo investigador de la célebre Clínica
Mayo del campus de la Florida, que ha sido liderado por el Dr. Panos
Anastasiadis. La investigación se titula “Distinct E-cadherin-based complexes
regulate cell behaviour through miRNA processing or Src and p120-catenin
activity” y la referencia bibliográfica es Nature Cell Biology, DOI:
10.1038/ncb3227.
El proceso tiene mucho que ver con
las conocidas como como moléculas o proteínas de adhesión celulares. La
adhesión celular se produce mediante diferentes mecanismos, entre ellos por la
participación de moléculas específicas de adhesión celular y está relacionada
con múltiples funciones celulares como: desarrollo embrionario, migración
celular, inflamación, comunicación
celular, diferenciación celular y desarrollo del cáncer.
Las cadherinas, de las que existen
varios tipos, son las principales moléculas de adhesión celular
responsabilizándose, entre otras funciones, de las uniones célula-célula que
mantienen la integridad de los tejidos animales. Las cateninas son otras
proteínas presentes en las células animales involucradas en los procesos de
adhesión celular mediados por cadherinas.
Pero volvamos al cáncer, donde falla
el proceso de adhesión y las células malignizadas se disgregan y expanden. El
grupo investigador mencionado de la clínica Mayo estaba intrigado por ciertos
datos contradictorios existentes en la bibliografía sobre la relación entre
cáncer y algunas moléculas de adhesión, en concreto sobre las proteínas
cadherina-E y catenina-p120 que son esenciales para que se formen los tejidos epiteliales
normales y que, durante mucho tiempo, se han venido considerando como factores
supresores tumorales, protectores contra el cáncer.
Según Dr. Anastasiadis, ”Sin embargo, nosotros y otros investigadores
habíamos encontrado que esta hipótesis no parecía ser cierta, ya que tanto la
cadherina-E y la catenina-p120 están presentes en las células tumorales y se
requerían para su progresión… y eso nos llevó a creer que estas moléculas
tienen dos caras – una buena, manteniendo el comportamiento normal de las
células, y otra mala, la de su mal uno, que impulsa la génesis tumoral.”
La suposición ha resultado ser
cierta y radica en el mecanismo de regulación o control de esas proteínas de
adhesión, mecanismo que falla en el cáncer. En ese control juega un papel
principal otra proteína denominada PLEKHA7, que podríamos bautizar como un
microprocesador, que usualmente se asocia a las moléculas de adhesión solamente
en la parte superior o parte “apical” de las células epiteliales polarizadas
normales.
Gracias a esta asociación, la
PLEKHA7 es capaz de mantener el estado normal de las células, y ello lo
consigue a través de un conjunto de pequeñas moléculas de ARN o miRNAs, que
actúan, mediante la inmovilización del microprocesador. La razón es que los
miRNAs organizan completos programas celulares mediante la regulación de la
expresión simultánea de un grupo de genes. En esta situación, la cadherina –E y
la p120 ejercen sus efectos saludables de supresores de tumores, de
mantenimiento de la integridad.
¿Qué sucede si el sistema no
funciona bien? Siguiendo al Dr. Anastasiadis
“cuando este complejo de adhesión apical se interrumpe por la pérdida de
PLEKHA7, se desregula el conjunto y entonces la cadherina-E y la p120 cambian
de bando para convertirse en oncogénicas”. Lo más importante es que todas sus
investigaciones apuntan a que la pérdida del complejo PLEKHA7-microprocesador
apical es un acontecimiento temprano y algo universal en el cáncer, es decir
una especie de causa primera de todas las malignizaciones, de modo que en la
gran mayoría de muestras de tumores humanos que han examinado lo hallado es que
esa estructura apical o microprocesador está ausente, aunque la cadherina-E y la p120 siguen estando
presentes. Como comparación práctica comprensible los investigadores señalan
que el sistema es como de un automóvil cuya velocidad es regulada por la
aceleración y el frenado. En las células normales funciona esa regulación, pero
en las cancerosas se pierde el sistema de frenado (microprocesador) y solo
resta la aceleración (p120).
Los investigadores descubrieron que
cuando las células normales entran en contacto una con otra, un subconjunto
específico de miRNAs suprime los genes que promueven el crecimiento celular
(actúa el frenado). Sin embargo, cuando la adhesión se interrumpe en las
células cancerosas, estos miRNAs son desregulados y las células crecen fuera de
control (acelerador).
Como es lógico la preocupación
principal del equipo investigador fue la de descubrir si las células cancerosas
se podían revertir, reprogramar, para que recuperasen su microprocesador y
actuasen ya como células normales.
Y el gran y prometedor
descubrimiento inicial ha sido positivo. Los investigadores han demostrado, en
el laboratorio, usando cultivos celulares de diversos tipos muy agresivos de
cánceres, que la restauración de los niveles normales de miRNA en las células
cancerosas consigue revertir el crecimiento celular aberrante, es decir, logra
convertir las células cancerosas en normales. Conceptualmente éste es un descubrimiento
científico de gran importancia.
Pero solo es el inicio de un largo y
esperanzador camino. Estamos en la etapa de laboratorio, de cultivos celulares
sobre algunos tipos de malignizaciones. La meta es conseguir actuar sobre los
pacientes oncológicos. En medio habrá largos años de investigaciones y ensayos,
con decepciones y éxitos, con un final no previsible, pero, al menos, queda abierta una nueva
puerta en el largo pasillo de la esperanza.
FUENTE: La Verdad
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