lunes, 27 de abril de 2015

Dosis única de radioterapia, la esperanza para reducir al máximo la toxicidad


Una técnica auspiciada por una nueva herramienta, desarrollada en Estados Unidos, suma los efectos de la quimio en un tratamiento concentrado

«¿Puede la innovación tecnológica marcar la diferencia en el ciclo asistencial de oncología?», se pregunta Ronald de Jong, vicepresidente ejecutivo de Philips. La cuestión marcaba el arranque del congreso sobre investigación del cáncer celebrado en la prestigiosa Fundación Champalimaud de Lisboa, junto a la Torre de Belém.
La firma holandesa tiene un protagonismo esencial en los nuevos avances, que determinan verdaderos saltos cualitativos en la lucha contra la enfermedad. Y los expertos reunidos no hacían más que confirmarlo: Carlos Cordón-CardóCelso MatosCristina Bescós y el director del centro, Zvi Fuks.
La llamada «dosis única» de radioterapia se convirtió en el hallazgo estelar de la jornada. Se trata de una técnica auspiciada por una nueva herramienta, desarrollada en Estados Unidos y que suma los efectos de la quimio en una especie de tratamiento concentrado.
Sólo se aplica una vez e incrementa la precisión incisiva hasta el punto de que apenas provoca efectos colaterales en las células sanas que rodean la zona del tumor. La consecuencia es queel riesgo de toxicidad se reduce a sólo un 2%, con lo cual la medida resulta más efectiva y actúa mejor para curar al paciente.

Radiografías de última generación

Las nuevas tecnologías también facilitan un diagnóstico más rápido y exacto, sobre todo en los casos de cáncer de colon, rectal o de páncreas. Se pueden realizar ya «radiografías» de última generación, que permiten visualizar las huellas de la patología con más exactitud. Así, por ejemplo, los especialistas pueden disponer de imágenes en alta definición y en tiempo real que acreditan la evolución del enfermo.
En medio de las ponencias, se rubricó un acuerdo estratégico entre Philips y Champalimaud para «investigar y gestionar de manera efectiva la atención a los pacientes a lo largo de todo el ciclo de cuidado». Un esquema de trabajo que contempla «screening», diagnóstico, tratamiento, recuperación y seguimiento.
El plan supone una evaluación tecnológica, evaluación de requisitos clínicos, diseño de procesos para la transición del hospital al hogar o evaluación de la habilitación y las herramientas de apoyo necesarias para los pacientes. Sin olvidar la creación de un proyecto piloto que incluya herramientas de investigación y evaluación de los resultados esperados para facilitar la ampliación del proyecto.
Cuando el convenio se ponga en marcha, la Fundación Champalimaud (visitada en varias ocasiones por Doña Sofía) culminará su lugar como institución de referencia para «la innovación en el campo de la telemedicina y las soluciones de atención domiciliaria en Europa».
FUENTE: ABC

jueves, 23 de abril de 2015

La AECC financia 161 proyectos de investigación contra el cáncer


La Fundación Científica de la Asociación Española Contra el Cáncer está financiando actualmente 161 proyectos de investigación con un presupuesto de veintinueve millones de euros, que además contribuyen a dar estabilidad laboral a más de 120 investigadores en España.
La máxima responsable de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), Isabel Oriol, ha presentado hoy en Palencia los objetivos de esta fundación que financia becas y proyectos de investigación para luchar contra el cáncer.
En declaraciones a los periodistas, ha explicado que la investigación es un pilar fundamental de las actividades de la fundación y "una responsabilidad" de las administraciones y de la sociedad civil para frenar la repercusión de una enfermedad que padecen actualmente 1,5 millones de personas en España.
"La investigación es lo único que logrará vencer al cáncer, que logrará evitarlo, diagnosticarlo mejor y que sea una enfermedad curable o cronificable", ha señalado.
Por eso, una parte importante de los fondos de la Fundación Científica de la AECC se destinan a investigación, y sirven para financiar "proyectos importantes donde prima la calidad y el retorno, es decir que sea una investigación que tenga una aplicación práctica y rápida en los pacientes".
Es un dinero que se obtiene de las aportaciones de los socios, de las cuestaciones y de los donativos de empresas y particulares, y que está generando resultados "muy esperanzadores" en muchos tipos de cáncer, como el cáncer de colon, de mama, de pulmón, o en el cáncer infantil, ha añadido.
La Fundación Científica tiene invertidos veintinueve millones de euros en investigación, con los que se financian 161 proyectos que están en marcha y que tienen una duración de entre tres y cuatro años, lo que procura además la estabilidad laboral a más de 120 investigadores.
Pero lo más importante de todo es, en su opinión, que se están consiguiendo resultados importantes, y que el índice de impacto de todos estos estudios es muy alto, no solo en España sino también a nivel internacional, con importantes avances en prevención, en cirugía y en diagnóstico.
De hecho, la Fundación financia programas desde prácticas de laboratorio para estudiantes hasta ayudas a médicos a investigadores y proyectos más grandes que requieren la coordinación entre distintos hospitales y centros de investigación.
"Los resultados son evidentes, la investigación salvará vidas y hará que se curen antes o se cronifiquen o se personalicen los tratamientos de cáncer", ha concluido.
Por su parte, la presidenta de la AECC en Palencia, Leonor González, ha informado de que la junta provincial de Palencia trabaja para conseguir fondos con que financiar una beca de investigación para la que necesitan al menos 175.000 euros, de los cuales ya se ha recaudado la mitad.
FUENTE: ABC

miércoles, 22 de abril de 2015

USAN VIRUS MANIPULADOS GENÉTICAMENTE PARA ATACAR TUMORES CEREBRALES


Los tumores cerebrales son notablemente difíciles de alcanzar por parte de la mayoría de los fármacos, pero investigadores estadunidenses han comprobado en experimentos que un virus perteneciente a la familia de los arenavirus y culpable de la enfermedad hemorrágica grave conocida como fiebre de Lassa, no solo atravesó la muy fortificada barrera hematoencefálica, sino que además destruyó tales masas malignas en ratones.
El virus manipulado genéticamente resultó ser del todo seguro en esos animales y tendía a fijar específicamente como objetivo de ataque las células cancerosas del cerebro.
A la comunidad científica le ha intrigado desde hace mucho tiempo la conducta del virus VSV, un pariente del que produce la rabia, el cual puede pasar a través de las membranas que protegen al cerebro y una vez dentro infectar a los tumores cerebrales. El virus inalterado, sin embargo, puede ocasionar serios daños neurológicos.
El equipo del doctor Tony van den Pol, de la Universidad Yale en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, quería averiguar si se podrían usar de forma segura porciones del VSV junto a porciones de virus no relacionados para atacar tumores cerebrales en ratones.
Algunos de los virus probados, como el virus modificado que contenía genes del virus del Ébola, alcanzaron el tumor cerebral, pero no lo atacaron de forma efectiva. En cambio, el virus modificado de Lassa, fue selectivo en su ataque, destruyendo con eficacia a las células cancerosas en el interior del cerebro, pero sin causar daños indebidos.
Los cánceres atacados por el virus de Lassa modificado genéticamente fueron tanto gliomas como el melanoma, otro tipo de cáncer que puede migrar hacia dentro del cerebro.

FUENTE: Investigación y Desarrollo

lunes, 20 de abril de 2015

Científicos ingleses descubren una proteína que puede acabar con todos los cánceres

Por casualidad, científicos británicos han identificado una proteína que es capaz de producir grandes cantidades de linfocitos T, que combaten el cáncer. Ahora piensan crear una terapia genética con ella

Un grupo de investigadores del Imperial College de Londres afirma haber descubierto una nueva proteína que puede ser la llave para curar todos los tipos de cánceres. Esta proteína, de la que no se tenía constancia hasta ahora, sobrecarga el sistema inmunitario de forma que puede enfrentarse al cáncer o a los virus con mayor efectividad. Cuando detecta un cáncer, se pone en marcha para combatirlo, lo que provoca que el cuerpo se llene de células o linfocitos T. Esta nueva proteína, que recibe el nombre en inglés de LEM (“lymphocyte expansiona molecule”, molécula de expansión de linfocitos), provoca que estas células se multipliquen en mayor número, lo que facilita el combate de la infección o el tumor.
“Puede ser un punto de inflexión para tratar un gran número de cánceres y virus”, ha explicado a los medios británicos el profesor Philip Ashton-Rickardt, de la Sección de Inmunología del Departamento de Medicina de lmperial College. El autor del estudio, publicado en la revista Science, realizado junto a investigadores de la Universidad Queen Mary en Londres, la Harvard Medical School y el ETH Zúrich, explica que se trata de una forma completamente nueva de tratar el cáncer, y el próximo paso debe ser desarrollar una terapia genética basada en la producción de dicha proteína. Los investigadores creen que podrán empezar a probar este método en humanos dentro de tres años.
No se tenía constancia de esta proteína hasta la fecha, explica el estudio. “Nadie la había visto antes o ni siquiera era consciente de que existía. No se parece a ninguna otra”, explica el doctor. Además de producir más linfocitos T, esta molécula favorece la creación de células de memoria inmunitaria que se encargan de que una infección o enfermedad no vuelva a aparecer atacándola rápidamente en cuanto la detectan, por lo que las posibilidades de que el cáncer se reproduzca se reducen significativamente.
“Las células cancerígenas tienen formas de suprimir la actividad de los linfocitos T, lo que les permite escapar del sistema inmunitario”, explica Ashton-Rickardt. “Diseñar de forma genética células T para que aumenten su habilidad para combatir el cáncer ha sido un objetivo desde hace tiempo y las técnicas para modificarlas ya existen”. En este caso, se persigue fomentar la producción de la proteína que genera dichos linfocitos de forma natural, algo que puede combinarse con otras terapias.
Un hallazgo casual que puede cambiar la medicina
Los investigadores se toparon con esta molécula mientras investigaban ratones con mutaciones genéticas. Una de estas provocaba que dichos animales produjesen diez veces más células T, lo que las convertía en resistentes al cáncer y otras infecciones. La causante era la por aquel entonces aún desconocida proteína LEM. Este descubrimiento dio la pista a los investigadores de que una terapia genética basada en la producción de más linfocitos T puede ser más efectiva y mucho menos devastadora que los tratamientos actuales, como la quimioterapia.
“Se necesita más investigación en animales antes de que los experimentos con humanos puedan empezar, pero hay un gran potencial para un nuevo tipo de tratamiento que capitalice la habilidad innata del sistema inmunitario de detectar y eliminar las células anormales”, ha explicado Mike Turner, Director de Infecciones e Inmunobiología de The Wellcome Trust, una ONG fundada en 1936 que se dedica a la investigación científica. Por su parte, el doctor Claudio Maro del Centro de Farmacología Bioquímica, añade que “se basa en la habilidad de la proteína LEM para regular los circuitos de energía específicos, en particular la respiración mitocondrial, en una subcategoría de glóbulos blancos conocidos como células T citotóxicas”. Mauro celebra el hallazgo puesto que, más allá de sus aplicaciones terapéuticas, puede ayudar a entender mejor los mecanismos de las enfermedades como las inflamaciones crónicas, la arteriosclerosis o la artritis reumatoide.  
Imperial Innovations, la compañía tecnológica que pertenece al Imperial College, ha rellenado dos patentes y ya ha fundado una empresa con el nombre de ImmunarT, con el objetivo de comercializar dicha tecnología. No obstante, es aún pronto para lanzar las campanas al vuelo, como advierte Alan Worsley en un artículo publicado en The Telegraph: “Este fascinante trabajo con ratones aún se encuentra en una etapa temprana y sólo se ha concentrado en una clase de cáncer”, explica el investigador de Cancer Research UK. “Los investigadores necesitan ahora averiguar cómo desarrollar medicinas que alcancen esta molécula, y si eso es seguro y efectivo para los pacientes de cáncer”. Una esperanzadora puerta se ha abierto, pero hay que pasar con cuidado el otro lado del umbral.
FUENTE: El Confidencial

viernes, 17 de abril de 2015

Terapias para que el sistema inmune se "coma" al cáncer



La inmunoterapia es una nueva forma de entender y abordar el cáncer”. Son palabras de José Antonio López-Martín, oncólogo del Hospital 12 de Octubre. “Estamos ante un nuevo paradigma, una manera distinta de tratar los tumores”, confirma María Victoria Tornamira, directora de asuntos médicos de la farmacéutica MSD. Esta visión terapéutica es tremendamente novedosa, en la que las principales multinacionales del sector ya se han volcado por conseguir este tipo de fármacos que den una nueva oportunidad a los pacientes, a la vez que una ventaja competitiva en un mercado sin explotar.
El pasado 1 de abril, el fármaco Yervoy de BMS (Bristol-Myers Squibb) recibió el visto bueno del Gobierno para ser financiado por la sanidad pública como primera opción terapéutica frente al melanoma. Actualmente ya se estaba comercializando para pacientes a los que otros medicamentos no les habían funcionado. De momento, es la única terapia de inmunoncología aprobada en España.
Estos nuevos fármacos, en lugar de ir directamente contra el tumor, como en la quimioterapia o la radioterapia, permiten al sistema inmunológico detectar y defenderse de las células malignas gracias a unos anticuerpos que son inyectados en los enfermos y que potencian los llamados linfocitos T. Activan las señales para que el organismo se enfrente a las anomalías en los tejidos.
“Con un correcto funcionamiento, las defensas inmunitarias mantiene el equilibrio entre la acción –identifican y atacan las amenazas incluidas las posibles células cancerosas– y la contención, que consiste en no intervenir en las células y tejidos que pertenecen al cuerpo”, explican desde AstraZeneca en un dossier sobre la temática.
Avance terapéutico
“Lo vemos como una gran avance terapéutico”, coincide Alfonso Berrocal, jefe de oncología del Hospital General de Valencia, unas declaraciones realizadas en la jornada Inmunología aplicada al cáncer, organizada por el laboratorio MSD. Si en los años sesenta surgió la quimioterapia, en los años 2000 llegaron las denominadas terapias dirigidas, gracias al conocimiento sobre el genoma humano, y esta década puede ser la de la inmunoterapia contra el cáncer. La revista Science lo consideró como el avance más importante del año en 2013 y, desde entonces, los esfuerzos de los laboratorios y centros de investigación no han cesado.
Actualmente hay aprobados en EE UU tres fármacos de esta tipología: Yervoy y Opdivo, de BMS, y Keytruda, de MSD. En Europa solo ha recibido el visto bueno el primero. El número de estudios clínicos con pacientes de nuevos medicamentos, en combinación con otros existentes o para nuevas indicaciones llega a las varias decenas. BMS, MSD, AstraZeneca o Roche son algunos de los laboratorios que llevan la delantera. “En España contamos con 17 ensayos clínicos de nuestra compañía, el 80% de los que desarrollamos en el mundo”, revela Tornamira, responsable de MSD, compañía que ya los ha estudiado en más de 6.000 pacientes. Incluso se están probando en combinación con otras innovaciones de GSK, Pfizer, Lilly o Amgen.
Berrocal indica que el precio actual de Yervoy en los hospitales se aproxima a los 40.000 euros, aunque el coste posteriormente depende de las negociación en cada comunidad autónoma y en cada hospital. Como el resto de los medicamentos biológicos presenta un reto a corto plazo para las cuentas de la sanidad pública, porque un tratamiento se puede incluso encarecer si se combina con otro tipo de antitumorales.
“La oncología había llegado a un punto en que todas las nuevas moléculas en investigación compartían el mismo concepto, el de buscar una diana para inhibir una proteína. Funciona para algunos tumores, pero no para otros muchos”, describe Carlos Chaib, director médico de oncología y hematología en BMS. “Por eso decidimos buscar nuevas vías y decidimos especializarnos en la actividad inmunológica. El 90% de nuestra cartera de productos en investigación son desarrollos inmunoterápicos. Es una apuesta muy potente”, asegura. Un envite que coloca a BMS en un gran riesgo de viabilidad si no se consiguen avances. “Creemos que ya hay suficiente conocimiento científico en esta área. El potencial de estos fármacos va a explotar”, añade.
Yervoy, el primero que se aprobó en el mundo, llegó para melanoma avanzado, una patología letal. Los especialistas han comprobado los buenos resultados. Le ha seguido Opdivo, para la misma patología y desde el mes pasado para cáncer de pulmón. “Con ipilimumab [principio activo del Yervoy] hemos visto supervivencias del 21% para melanoma. Con nivolumab [Opdivo], del 41%. Pero es que en combinación estamos viendo que llega al 80%. Es lo nunca visto”, afirma López-Martín.
Aunque las esperanzas se extienden a otros casos. Aún así, quedan años para que lleguen a los pacientes si superan los test. “En la actualidad, hay ensayos para prácticamente todos los tumores sólidos”, avanza el doctor Berrocal.
Existen estudios avanzados con pacientes para diferentes variantes de cáncer: colon, gástrico, de cabeza y cuello, próstata, glioblastoma, linfoma de Hodgkin, pulmón, páncreas o el carcinoma renal. “Además, estas terapias se pueden combinar con vacunas, radioterapia o quimio”, señala. “Es una estrategia muy potente, pero no va a servir para todos los tumores. Ahora debemos descubrir para cuáles”, opina López-Martín.
FUENTE: Cinco Días

jueves, 16 de abril de 2015

"Leer" el ADN para vencer al cáncer


Uno de los principales retos de la medicina es adaptar el tratamiento al perfil del paciente y su enfermedad, es decir, dar el fármaco adecuado en su dosis justa. En Oncología, los avances ocurridos en las últimas décadas han permitido desarrollar terapias con menos efectos secundarios y más eficaces. Ahora se persigue seleccionar el medicamento en función de las características de la persona y de su tumor y para ello se están estudiando cientos de mutaciones genéticas que son las que definen el proceso tumoral y su evolución. Algunas de estas investigaciones, recogidas hoy en la revista Science Translational Medicine, afinan cómo debe ser esa fotografía del genoma para vencer la batalla final contra el cáncer.
"Los análisis del genoma del cáncer probablemente tendrán una utilidad para médicos y pacientes... No podemos tener un planteamiento médico sin uno genómico", así de claro se manifestaba en una teleconferencia Victor E. Velculescu, codirector del Programa de Biología del Cáncer en la Universidad Johns Hopkins y autor de uno de los estudios publicados.
En su investigación -la mayor realizada en este sentido-, secuenciaron el genoma de tumores de 815 pacientes y lo compararon con el de tejido sano de cada uno de ellos. Se trataba dever qué mutaciones genéticas eran importantes para el desarrollo del cáncer y cuáles no. Lo que el grupo de Velculescu comprobó fue que es imprescindible hacer ese análisis comparativo porque, de lo contrario, se producirían falsos positivos, es decir, se identificarían alteraciones genéticas que se vincularían al tumor cuando en realidad están presentes en el ADN de las células sanas.
"Cada vez más, hospitales y compañías están empezando a secuenciar los tumores de los pacientes en un intento de personalizar la terapia. Sin embargo, muchos no analizan el tejido normal de la persona para filtrar aquellos cambios [en el ADN] no relacionados con el cáncer y no comprenden realmente lo que está ocurriendo en el tumor", explica este oncólogo.
"El tumor acumula cientos de mutaciones y no sabemos si tienen un papel protagonista o no. Además, en nuestro genoma constitucional, hay miles de cambios, muchos de ellos inocuos y, de hecho, son los que nos hacen un ser único. Comparando estos dos genomas, podremos clasificar algunas alteraciones como ruido de fondo, otras como constitucionales y el resto como importantes, es decir, separar el grano de la paja, algo muy relevante ya que, gracias al desarrollo tecnológico, hay millones de datos y nos cuesta interpretarlos", explica Conxi Lázaro, del Programa de Cáncer Hereditario del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y experta en mutaciones y cáncer.
Este estudio muestra la ineficiencia actual en este campo pues, como explica José Antonio López Martín, oncólogo y responsable de la Unidad de Ensayos Clínicos en Fase Temprana, Sarcoma y Melanoma del Hospital 12 de Octubre, cuando se hacen este tipo de análisis del genoma del cáncer, se realizan en el contexto de un ensayo clínico en el que se toma "material de archivo, de otros estudios, para reanalizarlo y además vamos gen a gen y lo que están planteando estos investigadores es que los estudios deben ser multigénicos".
La secuenciación de los genomas genera una gran cantidad de información que, además de su coste -cada día más barato- supone un trabajo importante a la hora de realizar su interpretación. "Este trabajo lo tendrá que realizar equipos multidisciplinares que emitan un informe al clínico fácilmente interpretable", señala Lázaro.

En evolución

Pero no sólo hay que tener en cuenta el análisis comparativo para filtrar aquellas mutaciones vinculadas con el cáncer, sino que también es necesario saber cuáles de estos cambios aparecen antes y cuáles después para conocer su implicación en el desarrollo del tumor, en la aparición de resistencias a las terapias y en su capacidad de expansión a otros lugares del cuerpo. Esta es la conclusión de otro trabajo realizado por el grupo de Nicholas McGranahan, del Instituto de Investigación Oncológica de Londres, en el que se ha analizado el genoma de 2.500 pacientes con nueve tipos de tumores distintos.
"Uno de los principales retos de la medicina de precisión es descifrar qué mutaciones son eventos precoces, clonales, o cuáles tardías, o episodios subclonales. Estos últimos son menos robustos como dianas terapéuticas debido a su heterogénea naturaleza, porque están presentes en algunas células cancerosas, pero no en otras. Nuestra investigación ofrece un censo del estatus de mutaciones conductoras [aquellas que participan activamente en el desarrollo del tumor]", explica a EL MUNDO McGranahan.
Como apunta, Gloria Ribas, investigadora Miguel Servet del Servicio de Oncología en el Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, "un tumor no está formado por células idénticas mutadas en el mismo sitio. Hay alteraciones que aparecen antes y otras que se van adquiriendo después porque el tumor se adapta a lo que está sucediendo".
Además del catálogo de este tipo de mutaciones, el trabajo inglés aventura que, a medida que evoluciona el tumor, las mutaciones también lo hacen por lo que, en un futuro, habrá que tener en la mano el análisis genómico del tumor en varias etapas para poder ir seleccionando las terapias en aquellos pacientes con recaídas o metástasis.
"Dependiendo del tipo de tumor, algunos adquieren mutaciones en genes conductores que son los que tienen importancia porque son en los que nos basamos para hacer un tratamiento más individualizado. Lo importante es que estas alteraciones pueden aparecer en cualquier momento. También ven [McGranahan y su equipo] que ese incremento de nuevas metástasis no es uniforme en el tumor sino que hay un porcentaje de células que van a ser portadoras de estos subclones", aclara Javier Benítez, director del Programa de Genética del Cáncer Humano del Centro Nacional de Investigaciones Oncológica (CNIO).
Este investigador apunta que los dos trabajos publicados ahora generan conceptos que empiezan a emerger pero que requieren de muchos más estudios y con mayor seguimiento del paciente. "Ahora mismo hacemos un control genético en un momento puntual pero, según estos y otros trabajos, esto genera muchos interrogantes", señala Benítez.

FUENTE: El Mundo

miércoles, 15 de abril de 2015

Firma aquí para la creación de la Agencia Estatal de Investigación



10 RAZONES PARA CREAR LA AGENCIA ESTATAL DE INVESTIGACIÓN:


1- Será un organismo autónomo e independiente y se regirá por criterios de calidad, transparencia, imparcialidad, eficacia y eficiencia.

2- Permitirá gestionar de forma más eficaz y eficiente los recursos destinados a I+D+I. La planificación se hará siguiendo criterios científicos y de excelencia.

3- España se situaría a la altura de otros socios europeos de primer nivel, como Alemania, Reino Unido o Francia, cuyos organismos destacan por su gran autonomía.

4- Proporcionará mayor estabilidad y eficacia a un sistema obsoleto y excesivamente burocratizado.

5- Tendrá independencia para convocar plazas. La medida beneficiará a todos los investigadores, especialmente a los jóvenes científicos.

6- Contribuirá a revitalizar y fortalecer el progreso de la ciencia, la tecnología y la innovación en España.

7- Ayudará a las instituciones del Estado a definir las políticas de estímulo y apoyo a la investigación y establecerá la cuantía de los recursos necesarios para los proyectos.

8- Diseñará planes de presupuesto plurianuales.

9- Evaluará los resultados de toda la actividad de I+D financiada con recursos públicos y analizará su impacto económico y social.

10- Unificará criterios que garanticen la optimización de los recursos y eviten duplicidades en la asignación de fondos públicos.

Puedes entrar aquí para firmar

FUENTE: La Sexta

martes, 14 de abril de 2015

Células madre para reparar lesiones cerebrales


Un experimento, desarrollado en ratones y dirigido por una española, ha permitido la conexión de neuronas trasplantadas en el cerebro adulto


Un grupo de científicos de la Universidad Libre de Bruselas ha logrado reparar por primera vez una lesión del córtex cerebral mediante el implante de neuronas generadas a partir de células madre. Uno de los responsables de la investigación, publicada en la revista Neuron, es la española Sandra Acosta Verdugo (Barcelona, 1981). “En el experimento, desarrollado en ratones, las neuronas trasplantadas se han integrado en el 100% de los casos, con lo que se ha logrado la curación de lesiones del córtex cerebral”, explica Acosta. Este trabajo abre la puerta, a largo plazo, a terapias que podrían aplicarse en humanos para tratar lesiones cerebrales producidas por ictus, hematomas cerebrales o traumatismos. 
La científica española explica que los investigadores han seguido el estado de los ratones durante más de doce meses y, en todos los casos, "seguían en perfecto estado, y ninguno de los que alcanzaron esta edad desarrolló un proceso tumoral”, una de las consecuencias negativas inherentes a las terapias celulares. 
El córtex es una parte del cerebro que sólo poseen los mamíferos, por eso resulta tan interesante para los biólogos de desarrollo como Acosta Verdugo. La investigadora de Barcelona es bióloga de formación y ha centrado su trayectoria en el estudio del desarrollo del sistema nervioso y las enfermedades asociadas al desarrollo del cerebro, como autismo o cáncer infantil. 
“Muchas lesiones neurológicas están relacionadas con daños en el córtex cerebral, como los ictus, la epilepsia, hematomas cerebrales o ciertos procesos neurodegenerativos”, explica. 
“A pesar de su plasticidad, el córtex cerebral adulto tiene una capacidad para autorrepararse muy pobre”, señala el artículo de Neuron. Esto supone una barrera clave ante la posibilidad de tratar dicho tipo de lesiones mediante terapias celulares basadas en el autotrasplante de neuronas extraídas del propio paciente. 
“No tendría sentido quitarle neuronas a un paciente y luego tratarlas para implantarlas de nuevo porque las neuronas que se extraigan el córtex se habrán perdido para siempre, el córtex del paciente no puede regenerarlas por sí mismo”, indica Acosta. 
Esta es una de las dificultades de trabajar con neuronas, unas células muy diferentes al resto. Esta limitación dirigió la mirada de este grupo de científicos de la Universidad Libre de Bruselas hacia el uso de células madre inducidas (conocidas en inglés como iPSC) como la única alternativa que podía sortear este problema. 
El hallazgo de las células inducidas en 2006 ha sido un paso de gigante que ha abierto enormes puertas a las posibilidades de las terapias celulares. Fue el japonés Yamanaka quien las descubrió ese año y sólo seis años después, en 2012, fue galardonado por ello con el Premio Nobel de Medicina. La primera investigación en humanos con estas células llegó un año después, en agosto de 2013. 
El punto fuerte de las células iPSC es que se obtienen a partir de células madre adultas, generalmente de la piel, del propio paciente. Lo que halló Yamanaka fue un modo para que dichas células madre adultas se autotransformaran en células madre pluripotentes (el equivalente a las células madre embrionarias), que tienen la característica de que pueden convertirse en una célula de cualquier organismo del cuerpo. En esta investigación, en neuronas. 
“De este modo, tanto las células de la piel como las neuronas generadas conservan el mismo ADN, de modo que se evita cualquier posibilidad de rechazo del trasplante en el paciente”, explica Acosta. Y eso es lo que ha sucedido en este experimento con ratones. 

El cerebro adulto, todo un reto 


Otro reto que tenía que superar este experimento era, como señala el artículo de Neuron, el hecho de que “trabajos anteriores similares habían obtenido resultados muy limitados, lo que sugería que el cerebro adulto apenas permitía el crecimiento axonal de las neuronas del córtex”, es decir, la conexión entre neuronas.
Aquí ha estado, precisamente, otro de los importantes hallazgos de este trabajo. “Se ha descubierto en esta investigación que hay que afinar mucho en cuanto a qué células poner y en qué sitio del córtex; hay que generar las neuronas adecuadas e implantarlas en la zona adecuada en cada caso porque si no, las neuronas trasplantadas no logran conectarse y funcionar”, argumenta la científica.
Este hallazgo es, al mismo tiempo, una dificultad añadida puesto que “hay muchos tipos de neuronas y no se sabe cómo conseguir cada tipo. Además, y, este es otro descubrimiento que se ha realizado en este trabajo, en estas terapias habrá que tener en cuenta que en el cerebro no sólo hay neuronas, hay además otros dos tipos de células que comparten el mismo origen que las neuronas, y son básicas para para el correcto funcionamiento cerebral. Por lo tanto”, explica Acosta Verdugo, “no sólo hay que trasplantar neuronas sino también esas otras células”.
Otro de los riesgos que han afrontado los científicos ha sido la posibilidad de que surgieran tumores en el cuerpo receptor. Sin embargo, esto, que es inherente al empleo de terapias con células madre, se ha revelado como un riesgo mucho más reducido cuando se trata del córtex cerebral.
“Del total de ratones con los que hemos trabajado, sólo un 10% ha desarrollado teratomas”, indica Acosta Verdugo. “Se trata de un porcentaje muy reducido [si se compara con estudios similares en otros órganos del cuerpo] y esto se debe seguramente al hecho de que como los tejidos cerebrales y las neuronas no se replican son menos propensas a desarrollar estos tumores”, aclara.
Los teratomas, además, si bien pueden alcanzar un gran tamaño y crecer muy rápido, son tumores que no suelen metastatizar y la tasa de supervivencia es muy elevada.
“Sin duda, es una limitación pero se podría hacer un screening para eliminar las células madre que se cuelan en el trasplante y que son las que acaban generando el teratoma. Este trabajo no tenía ese objetivo y por eso no lo hemos hecho, pero sería algo factible de hacer, no sería demasiado complicado”, sugiere la investigadora.

Desde Memphis 


Aunque en el artículo de Neuron que acaba de publicarse Sandra Acosta Verdugo aparece como investigadora de la Universidad Libre de Bruselas, la científica española trabaja desde el año pasado en el Hospital Saint Jude de Memphis, el mayor hospital del mundo en investigación de cáncer infantil. 
En Memphis, la bióloga española investiga ahora “las primeras etapas del desarrollo del cerebro y del ojo, que son órganos que derivan del mismo origen, un tejido neural precursor”. El desarrollo del sistema nervioso es la pasión científica de Acosta. Y sobre eso versó su tesis doctoral, que presentó en el Hospital de Sant Joan de Déu, tras haberse licenciado en Biología por la Universidad de Barcelona. “Versó sobre cáncer infantil y encontramos unas células precursoras en tumores neuroblásticos [un tipo de tumor infantil]”, dice. 
A pesar de estar al otro lado del charco, espera poder volver a España en el futuro. “Cuando terminé en Bruselas busqué contratos en España y en Europa pero la situación ahora es muy difícil y no hay muchas opciones”, se lamenta. “Sí que hay becas y oportunidades parecidas, pero no contratos para realizar una investigación propia”.

FUENTE: El País 

Microesferas para atacar el tumor cerebral más agresivo


Un equipo de investigadores españoles ha diseñado un tipo de microesferas para liberar de forma controlada una molécula capaz de inhibir el crecimiento del glioblastoma y reducir su malignidad. Es la primera vez que se utiliza esta combinación para abordar este tipo de tumor.


El glioblastoma es un tumor cerebral muy agresivo que se caracteriza por su falta de respuesta a la radio y quimioterapia convencional. Estudios recientes sugieren que la recurrencia del glioblastoma puede deberse a la resistencia a las terapias de un grupo de células inmaduras iniciadoras del tumor.
Anteriores investigaciones proponían un tratamiento potencial para el glioblastoma que podría consistir en la diferenciación de dichas células iniciadoras seleccionando a las que conducían a un tipo de tumor más benigno y susceptibles a las terapias estándar.
Ahora, en el trabajo publicado en Oncotarget, el equipo –formado por científicos pertenecientes a la Unidad de Investigación de Enfermedades Crónicas del Instituto de Salud Carlos III (UFIEC- ISCIII), del Hospital 12 de Octubre y de la Universidad de Santiago– ha logrado ralentizar la proliferación de células iniciadoras de glioblastoma obtenidas de pacientes utilizando una proteína con propiedades inductoras. La proteína, denominada BMP7, contrarresta el crecimiento de las células iniciadoras y reduce su tipo indiferenciado y más maligno.
Lo más novedosos del trabajo es el uso de microesferas que proporcionan una liberación eficaz de BMP7 durante varias semanas. Los dispositivos han sido fabricados en un material biocompatible, que una vez trasplantado se va degradando de manera paulatina, permitiendo la salida de BMP7 al entorno tumoral y frenando el crecimiento de un modelo preclínico de la enfermedad.
Las investigadoras de la UFIEC- ISCIII consideran que este tipo de terapia selectiva dirigida a las células que inician el tumor podría trasladarse en un futuro a la clínica y combinarse con la terapia convencional citorreductora (quimioterapia o radioterapia).

FUENTE: La Razón

Investigación en Tumores Cerebrales por la AECC

La Fundación Científica AECC, en su compromiso con la investigación oncológica orientada al paciente, está financiando en la actualidad los siguientes proyectos en tumores cerebrales:

- Mecanismos moleculares implicados en la génesis del glioma y estudio de las células madre tumorales. Identificación de nuevas dianas terapéuticas y marcadores para la estratificación de pacientes y respuesta a fármacos.

Dr. Joan Seoane
Instituto de Investigación Oncológica Vall d`Hebron (VHIO), Barcelona.
Periodo de financiación: 2010-2015

Resumen: El glioma de alto grado es uno de los tumores más agresivos y es por tanto urgente desarrollar tratamientos más efectivos. El proyecto propone estudiar los mecanismos moleculares
implicados en el glioma con el fin de descubrir y evaluar nuevas dianas terapéuticas, así como identificar marcadores que permitan seleccionar qué tratamientos son los más indicados para cada
paciente. Para ello seguirán una aproximación multidisciplinar y estudiarán el tumor de la manera más próxima al paciente. A lo largo de los últimos años han podido desarrollar la tecnología necesaria para, a partir de muestras obtenidas en la resección quirúrgica del glioma: 1- obtener cultivos celulares primarios de tumor, 2- aislar células madre de tumor y 3- reproducir el tumor humano en el cerebro de un ratón inmunodeprimido. Con estos modelos, estudiarán los mecanismos moleculares implicados en la aparición del glioma y estudiarán la biología de las células madre de tumor. Las células madre tumorales son las responsables de la iniciación, recurrencia y resistencia a fármacos y es por tanto importante desarrollar fármacos que permitan eliminar este tipo celular. Evaluarán el papel de las vías de transducción de señal del TGFβ, PI3K, Shh, Notch y Wnt como posibles dianas terapéuticas contra el glioma y las células madre de glioma Estudiarán su función y cómo su inhibición puede ser efectiva contra el glioma. Inhibidores de estas vías están siendo utilizados o se utilizarán a corto plazo en ensayos clínicos del hospital.
Con la información obtenida, mejorarán el diseño de los ensayos clínicos actualmente en marcha en el hospital aportando marcadores para el estudio fármacodinámico de los inhibidores y, a su vez,
marcadores que permitan estratificar a los pacientes que entren en un estudio concreto.

- Función de las vías de transducción de señal TGF-βPI3K y JAK-STAT en células madre de glioma

Dra. María Ángeles Carmona Heredia
Instituto de Investigación Oncológica Vall d`Hebron (VHIO), Barcelona.
Periodo de financiación: 2010-2014

Resumen: Las células madre tumorales son las responsables del inicio, recurrencia y resistencia a fármacos de muchos tipos de tumores, incluido el glioma. Son, por tanto, dianas terapéuticas
críticas en la lucha contra el cáncer. El proyecto se centra en el glioma, el tumor cerebral más común y virtualmente incurable, y pretende estudiar la biología de estas células y caracterizar su genómica y transcriptómica, con el fin de identificar los mecanismos moleculares implicados en su capacidad
oncogénica y descubrir nuevas dianas terapéuticas. Están investigando también las respuestas génicas y los mecanismos moleculares implicados en la regulación de las células madre de glioma por fármacos que actúan sobre las vías TGF-β, PI3K y JAKSTAT, todas ellas muy importantes en tumorigénesis y en la regulación de células madre tumorales y por tanto, posibles dianas
terapéuticas contra el glioma. Compuestos inhibidores de TGF-β y PI3K están siendo actualmente utilizados en ensayos clínicos de fase I-II en el Hospital Vall d´Hebron, y está previsto que se abra a corto plazo un ensayo de fase I con compuestos inhibidores de JAK. La investigación propuesta en este proyecto tiene una aproximación multidisciplinar y se realizará de forma muy cercana al paciente. A partir de muestras obtenidas de la resección quirúrgica del glioma, aíslan las células madre de glioma, que estudian tanto ex vivo (en cultivo) como in vivo inoculadas en el cerebro de ratón, donde reproducen el tumor original del paciente. Determinarán así, qué compuestos son los más efectivos contra las células madre de glioma de cada paciente y obtendrán marcadores que faciliten la estratificación de los pacientes en los ensayos clínicos correspondientes. De esta manera, conseguirán mejorar el tratamiento del glioma. Ya que células madre tumorales de distintos tumores comparten características básicas comunes, los resultados del presente estudio podrían extrapolarse a otros tipos tumorales, mejorando así también su tratamiento.

FUENTE: web AECC

lunes, 13 de abril de 2015

Entrevista a María Blasco en El País Semanal

María Blasco: “El futuro va hacia retrasar todas las enfermedades”

La investigadora y directora del CNIO protagoniza la tercera entrega de la serie de entrevistas 'Así pasen cien años', que lanza una mirada al futuro

Blasco confía en que la ciencia alargará y mejorará la vida del ser humano en un mundo más igualitario y justo, donde los ciudadanos serán habitantes de la Tierra y no de países


La investigadora y directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (Cnio), María Blasco, es la tercera protagonista de esta serie de conversaciones en torno al futuro de la humanidad, tras las entrevistas al escritor Javier Marías y al paleontólogo Juan Luis Arsuaga. De la ciencia a la literatura, les hemos pedido que imaginen cómo viviremos de aquí al siglo XXII. ¿Podemos tener esperanza? ¿Seremos más felices? ¿Estaremos más sanos? ¿Cuántos años viviremos? ¿Será el mundo más justo, más libre, más solidario?
Blasco suma a su premiada labor de investigadora la responsabilidad de dirigir una institución como el CNIO, donde trabajan cerca de 500 personas. Esa facilidad para alternar funciones, que Blasco lleva con encomiable equilibrio en una época de recortes sin cuento, debe ser una cualidad innata en esta bioquímica y bióloga molecular, que en directo sabe combinar pasión y racionalidad en una mezcla casi medida en una retorta de laboratorio: al 50%.
¿Qué mundo nos traerá más novedades en el siglo XXII? ¿Quizá la medicina? En general todo lo que sea derivado de la investigación, de la ciencia y la tecnología, y ahí está también incluida, por supuesto, la sanidad. La medicina evoluciona a gran velocidad por innovaciones que vienen a su vez de la investigación. Y es lógico que así sea, que se redoblen los esfuerzos en la curación de enfermedades porque es una exigencia de la sociedad.
¿Y en qué campos vamos a experimentar un mayor cambio en los próximos cien años, en terapia génica, en mejora de medicamentos, en cirugía? En todas. Es una realidad evidente que se está avanzando en todo a la vez. Y para el siglo XXII ya contaremos con progresos aún mayores. Hoy ya podemos observar cómo cada vez hay tecnologías más sofisticadas para cirugías, para detección precoz de enfermedades, etcétera. Todo eso va a ir avanzando sin parar. Ocurre igual con los fármacos, que día a día son más sofisticados, cada vez van más dirigidos a alteraciones muy concretas.
Actualmente, el mayor número de muertes en todo el mundo se produce por enfermedades del sistema cardiovascular, el cáncer, la diabetes, el sistema nervioso… Dentro de un siglo, ¿serán también esas las enfermedades que causarán un mayor número de muertes? Antes de contestar me gustaría insistir en una cuestión previa que los científicos tenemos muy clara, pero que me parece que no es de conocimiento popular.
Diga, diga… Pues que todas estas enfermedades son simplemente la consecuencia de una causa molecular, una causa biológica que es el proceso de envejecimiento celular. O sea, conforme van pasando los años nuestras células van perdiendo su estado de forma, van envejeciendo y eso es lo que causa la enfermedad. Ese es precisamente mi campo de investigación. Así que la forma que tenemos ahora de ver enfermedades como el cáncer y las cardiovasculares es que tienen un origen similar, que es este proceso de envejecimiento celular. Y ha habido una ciencia de altísima calidad, una ciencia muy rompedora en los últimos, yo diría, quince o veinte años que ha empezado a desvelar cuáles son estas causas moleculares, y por primera vez también hace unos pocos años se ha demostrado que alterar solo una de estas causas retrasaría todas esas enfermedades.
¿Todas, dice? Sí, sí, eso es. Ahí es hacia donde va el futuro. El futuro no va hacia tengo algo para el cáncer o voy a tener algo para cardiovascular, que es lo que ha estado ocurriendo hasta ahora. El futuro va hacia intentar realmente retrasar todas las enfermedades. ¿Y esto por qué? Porque lo que se ve que es importante realmente es estar sano, estar saludable durante el mayor tiempo posible. Es lo que se llama alargar el tiempo de vida de juventud. Ese es uno de los grandes retos, una de las grandes revoluciones en la manera de ver la enfermedad y una de las cosas que más avances nos va a dar.
Suena parecido al elixir de la eterna juventud… No, no, hablamos de avances científicos. Es muy complejo, porque el problema tiene una parte genética y una parte ambiental.
¿En qué porcentaje? Pues un 20% genético y un 80% ambiental. Esto es, de los hábitos de vida. Hay un estudio hecho en Dinamarca con gemelos univitelinos que confirma claramente lo que le estoy diciendo. En ese 80% se incluye el tipo de vida que has llevado, en qué ciudad vives, la suerte o mala suerte que hayas tenido, el estrés laboral o emocional, independientemente de la genética. Sumemos también la suerte, la suerte de la vida, el azar. Dónde has estado, qué has hecho… Son cosas que tampoco las decides tú, puede ser que hayas tenido un accidente, que se te haya muerto un hijo…, todo eso influye en ese 80%.
También cuenta, supongo, la alimentación o el sedentarismo. Claro, y por supuesto fumar o el consumo de alcohol. Hemos vivido casi de espaldas completamente al importantísimo efecto que tienen los hábitos de vida, los hábitos alimentarios, incluso el estrés, como decía antes, muchísimas cosas que ahora sabemos que están influyendo en esta capacidad para mantenernos sanos durante más tiempo y que repercuten de manera determinante en la salud de una persona.
Ya, pero eso significa tan solo retrasar las enfermedades. ¿Y acabar con ellas, olvidarnos de su existencia? Por lo directo, ¿habrá cáncer en el siglo XXII? El cáncer ya es prácticamente curable al 100% si se detecta en estadios muy tempranos. Así que lograr que el cáncer no sea una de las principales causas de muerte en el siglo XXII pasa necesariamente por que seamos capaces de desarrollar biomarcadores efectivos que nos avisen de qué individuos están en riesgo de padecer cáncer y en estos casos poder detectarlo de manera precoz, cuando es curable. Hay que evitar que los tumores pasen al estadio de metástasis, porque la curación es muy difícil… Ojalá pudiéramos llegar al siglo XXII con este reto ya resuelto. Lo que sí ocurrirá dentro de cien años es que aquellos individuos que desarrollen un cáncer tendrán tratamientos personalizados acordes con el DNI genético del paciente y del tumor. Habrá muchos más fármacos que se habrán desarrollado contra los cientos de nuevas dianas que se están encontrando ahora gracias a la secuenciación del genoma del cáncer. Sabremos, además, cómo combinarlos para que maten más eficientemente los tumores. Eso sí, estos tratamientos serán muy costosos.
No nos asegura entonces que el siglo XXII esté libre de cáncer… Es que los investigadores todavía tenemos muchas cosas que resolver antes de hacer una promesa de tal calibre… Vemos cánceres infantiles, claro, pero la verdadera incidencia del cáncer en términos estadísticos empieza a aumentar tanto en hombres como en mujeres a partir de los 40-50 años. El envejecimiento demográfico de la población predice que en 2050 en España habrá más de un 30% de la población con más de 65 años, y quizás esto sea aún mayor en el año 3000. Por lo tanto, si no hay avances significativos en nuestra capacidad para prevenir el cáncer, la predicción es que en el siglo XXII el cáncer puede ser una de las enfermedades más prevalentes. Para evitar llegar a esa situación hay que hacer un grandísimo esfuerzo hoy. Pero merece la pena.
Pues más bien asusta más que tranquiliza… No, no. Lo que digo es que tenemos que multiplicar el trabajo de manera incansable sobre esos supuestos, y emplear todos los medios que podamos para lograr, repito, esos biomarcadores. En cardiovascular ya funcionan muy bien. El nivel de colesterol, por ejemplo. Esto ha sido una revolución, porque ser capaces de ver qué personas tienen riesgo de padecer un infarto, y antes de que lo sufran, cambiar los hábitos de vida, modificar la dieta, incluso darte una pastillita que te baja el colesterol, hace que retrase o evite la enfermedad cardiovascular. Si tuviéramos unos biomarcadores tan buenos con el cáncer, se podría diagnosticar con precocidad si un individuo tiene muchas probabilidades de llegar a desarrollar un cáncer de hígado, con lo que se le podría aplicar un tratamiento especial y, al igual que pasa con el colesterol, administrarle esa pastillita para evitar los malos efectos de esa proteína rara que tienes y que le producirá, de no tratarse, ese cáncer de hígado diez años después. Con una simple pastillita le bajarían esa proteína y no tendría nunca en su vida un cáncer de hígado. Pero en el cáncer no existen esos biomarcadores para saber qué personas están en riesgo.

Algunos científicos prevén que el abaratamiento y popularización de la tecnología permitirán que todos nosotros estemos llenos de chips en el interior de nuestro cuerpo para poder autochequearnos a diario, con la misma facilidad y la misma frecuencia con que nos lavamos los dientes. Esos datos sobre el comportamiento de nuestra maquinaria y sus correspondientes fluidos pasarán automáticamente a un médico o a un centro que vigile nuestro estado de forma. A través del aliento que recoja un espejo creado para ello, por ejemplo, se podrán saber muchos datos de nuestro estado de salud… Cuando llegue ese día, y puede estar muy próximo, habremos logrado tener muchos datos para esos biomarcadores de los que ahora carecemos. Y absolutamente personalizados. Sí, será un gran avance en la detección precoz. Ese cúmulo de datos nos servirá de indicador permanente. Seguro que hay empresas trabajando en ello. Ya existen desde los modestos tensiómetros a las más sofisticadas bombas de insulina o de morfina, por no hablar de otros avances mayores… Las mejoras rapidísimas en nanotecnología también son impresionantes, y ya se pueden utilizar hoy mismo nanorrobots que realicen esa función de detección en nuestro cuerpo. Todo eso lo veo al alcance de la mano, a la vista de lo rápido que van todas las investigaciones. El objetivo final es muy sencillo: ser capaces de tener biomarcadores con la misma facilidad con la que ahora se lee el genoma humano.
¿Y por qué no los tenemos? Pues obviamente porque todavía no hemos acabado de entender cómo se desarrolla ese proceso celular que lleva al cáncer.
¿Lo habremos logrado dentro de cien años? En eso estamos todos los investigadores de todo el mundo. Hay muchos científicos implicados, muchos centros con muchos medios, muchos millones de euros y dólares en juego. Es de esperar que lo consigamos en un futuro muy próximo…
¿Viviremos hasta los 120 años, como creen muchos científicos? Yo creo que hay un límite biológico de nuestra especie que son 120 años, que es el récord que hay hasta ahora. Los más longevos suelen vivir hasta 115. Lo que presumiblemente ocurrirá en el siglo XXII es que la inmensa mayoría llegaremos –llegarán– a los 115 o 120 años sin necesidad de modificaciones genéticas. Con fármacos que van destinados a enlentecer el envejecimiento, ese límite se podría incluso superar, pero eso ya sería alterando las rutas moleculares que regulan el envejecimiento.
¿Y se podrían modificar? Sí, científicamente sí, sin problemas, pero ahí ya entramos en problemas mayores de regulaciones administrativas o políticas…
Déjeme leerle una frase de un premio Nobel de Física, Richard Feynman: “Todavía no se ha encontrado en la biología nada que indique la inevitabilidad de la muerte. Esto me sugiere que no es del todo inevitable, y que solo es cuestión de tiempo que los biólogos descubran qué es lo que nos causa ese problema, y que esta terrible enfermedad universal, la temporalidad del cuerpo humano, se curará”. Me gusta lo de la temporalidad del cuerpo humano. Y sí, es muy posible que tenga razón, encaja con lo que le estoy diciendo, pero lo que no sé es cuándo llegaremos a esa curación…
Era un tipo muy peculiar Richard Feynman. Pintaba en sus ratos libres y de mayor le dio por aprender a tocar los bongós y daba recitales a sus amigos y alumnos… Debo decirle que estas cosas son bastante comunes entre muchos científicos. Que nadie crea que somos unos tipos despistados que estamos metidos entre microscopios sin saber nada de la vida… Aquí, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, el CNIO, no me he encontrado ninguno así. Somos gente muy interesada por todo: por el arte, por la cultura. Es que, obviamente, si eres un científico, eres un intelectual. Entonces, como en cualquier otra profesión intelectual la gente es muy sofisticada. No me extraña lo de Feynman y los bongós, no…
Déjeme acabar este apartado del envejecimiento. Si en el siglo XXII todos llegarán a los 115, ¿cómo dividimos el periodo de educación, el de trabajo activo y el de jubilación? Pues dando un revolcón al modelo social de la posrevolución industrial que aún estamos viviendo. Toda esa organización que fue un enorme avance en su momento, ahora habrá que buscarle un relevo inteligente. No hay sociedad que resista cuarenta años de producción activa y setenta de vida pasiva. Los científicos que conozco no quieren jubilarse de ninguna manera. Es gente que está capacitada para seguir haciendo su trabajo igual que una persona más joven y puede ser muy útil para la sociedad. Fíjese en mi maestra Margarita Salas (76 años y en activo)… Esto supongo que cambiará en un futuro muy próximo.
¿Hay conciencia entre los investigadores de la importancia de lograr avances en la lucha contra el envejecimiento?Absolutamente. Es prioritaria en el mundo de la ciencia y es uno de los campos de investigación a los que se dedica mayores cantidades de dinero. La Comisión Europea lo ha hecho proyecto prioritario. Pero también en las empresas y en la industria farmacéutica. Eso es lo que explica que hayamos visto este año cómo una empresa tan innovadora pero tan alejada de la bioquímica como Google haya hecho una inversión brutal en su compañía Calico, que está dedicada precisamente a proyectos de investigación en este campo. Y el testigo lo ha recogido Craig Venter, el biólogo y empresario que compitió con el Gobierno americano para descubrir la secuencia del genoma humano. Ahora ha dicho que está dispuesto a competir también con Google para ser el primero en conseguir fármacos que retrasen el envejecimiento. Y es que Venter ya da por hecho que se logrará ese objetivo. La única duda es cuándo.
¿Dominará la empresa privada la investigación en los próximos cien años? Lo que es evidente es que ahora los Estados no pueden afrontar los costes de los ensayos clínicos. Son las empresas farmacéuticas – como es natural– las que están aportando los fondos para que cada día se investigue más. Aquí mismo, en el CNIO, hemos vivido casos muy interesantes. Tenemos un programa de desarrollo de fármacos, que es importantísimo para el centro, del que estamos muy orgullosos. Hacemos el desarrollo inicial, que es el que podemos hacer, porque tenemos a los investigadores, a los que tienen las ideas, a los que descubren las cosas nuevas. Pero en determinado punto necesitamos alianzas con la empresa farmacéutica para hacer la siguiente inversión, que ya es algo que el presupuesto del centro no puede atender de ninguna manera. Pero ya hemos logrado, entre otras muchas cosas, algo tan importante como acelerar el desarrollo de fármacos, porque lo que normalmente tarda veinte años, aquí ya se lo damos hecho a la empresa. O sea, que los Gobiernos deberían apostar por dotar a los centros de élite de suficiente presupuesto para conseguir esas fases iniciales de la investigación que tienen un valor incalculable. Incluso en este centro, por la licencia de uno de nuestros proyectos, ya hemos ingresado medio millón de euros, y nuestro sueño es alcanzar los 20 millones de euros. Pero sí, por supuesto que es clave la colaboración con las empresas farmacéuticas, aunque…
Acabe, acabe usted la frase que ha dejado a medias… No, no, decía que es un handicap también, porque va a depender, obviamente, de los intereses económicos de las empresas farmacéuticas. Pero bueno, al final se trata de que la obtención de rentabilidad de ese fármaco sea un acicate para lograr que la investigación llegue a buen puerto, que es lo que deseamos los investigadores: que nuestro trabajo sea útil, que llegue a revertir en beneficio de la sociedad. Lo que no evita algo evidente, que es que no todas las enfermedades se estudian por igual, porque depende del interés económico y de incidencia. Al ébola, mientras era una cosa rara que ocurría en África, en Occidente nadie le prestaba la menor atención. Pero en cuanto ha saltado a países del primer mundo… Hay muchísimas enfermedades raras que causan muchísimo dolor en no pocas personas, incluso en los países más desarrollados, pero que no tienen tratamiento porque a nadie le merece la pena económicamente ponerse a buscar el remedio. Es una tremenda injusticia que solo podría paliarse con ayuda de fundaciones privadas o apoyo directo de instituciones públicas. Será rara la enfermedad, pero estamos obligados a curarla…
¿Avanza la investigación científica? Muchísimo. Está creciendo exponencialmente en todo el mundo. Se ha producido además una importantísima novedad, y es que al numeroso grupo occidental ya conocido de vanguardia en la investigación, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Europa en general, se ha sumado China, donde cada vez hay un mayor desarrollo científico. Yo creo que todo esto es algo realmente masivo que va a cambiar radicalmente las herramientas que tenemos para ir mejorando nuestra sociedad, y eso incluye también la salud.
¿China ha crecido tanto en investigación científica?Muchísimo. Parte de los chinos que se fueron sobre todo a Estados Unidos y que se han formado allí, que han alcanzado posiciones muy punteras en universidades tan buenas como pueden ser Harvard o Stanford, están volviendo ahora a China y están montando allí centros de investigación muy potentes, con una cantidad de medios que impresiona. Es cierto que China todavía tiene una desventaja con respecto a los países llamados occidentales, con una tradición científica digamos larga, que es que suelen producir mucho, pero con una menor sofisticación en los análisis. Por ejemplo, en el caso de la secuenciación de genomas, de leer el ADN, del cáncer y de otras enfermedades, China claramente es el líder en cuanto que lo puede hacer muchísimo más rápido y más barato, pero en el análisis de todos esos resultados todavía sigue teniendo el liderazgo Occidente. Pero con el tiempo yo creo que China se pondrá a la cabeza no solo en producción, sino también en análisis o innovación. Lo veremos en el siglo XXII.
A poco que reflexionemos sobre ello, enseguida nos damos cuenta de que en realidad estamos hablando de algo que solo afecta, prácticamente, al primer mundo… Es terrible pensar que hay países tan pobres en los que la sanidad es prácticamente inexistente, como en Sierra Leona. Es duro pensar en la tremenda desigualdad, que solo una parte de la humanidad pueda beneficiarse de esos avances, mientras en otras zonas hay niños que se mueren por enfermedades aquí consideradas leves y que se curan con una simple inyección. O solo con agua. Hay que acabar como sea con las desigualdades, incluso las que hay dentro de un mismo país…
Usted ha escrito sobre el machismo. ¿Hay mucho en la ciencia? No es un mundo muy machista, no, pero la percepción empeora cuando se habla de puestos de dirección. Espero que el siglo XXII nos traiga la diversidad en todos los sentidos, entre gentes de diversos países, de sexos, de orientación sexual. Pero a las estructuras viejas les cuesta mucho ceder poder. En este terreno del machismo, por ejemplo, España ha estado y aún está muy atrasada. La política de paridad es un desastre. Y si no avanza esa igualdad, habrá una explosión de un feminismo muy beligerante.
¿Una bióloga molecular podrá ser religiosa y creyente en un Dios todopoderoso en el siglo XXII? Bueno, yo no soy religiosa. Soy una persona espiritual en el sentido de que me gusta el arte, me gustan cosas que trascienden el mero materialismo, la belleza, etcétera. Pero no podría ser religiosa, me lo impide mi intelecto. Me parece incomprensible que la ciencia y la investigación, que hoy en día es extraordinariamente avanzada y sofisticada y puede explicar muchos procesos naturales, no sea aún hegemónica y conviva de hecho con creencias mitológicas, como el creacionismo, para explicar la vida y el universo.
Me ha parecido entrever a lo largo de la entrevista que es usted una persona más bien optimista de cara al futuro…Pues sí, porque el camino que ha seguido la humanidad, con todos sus problemas y sus enormes frenazos, es el de la cultura y la racionalidad, el de la democracia y la igualdad, el del bienestar social y los avances médicos y tecnológicos para intentar acabar con el dolor y las enfermedades. Y sí creo, la verdad, que vamos hacia un futuro más igualitario, donde habrá tantas mujeres como hombres como líderes globales. Seremos ciudadanos del planeta Tierra y no de un país concreto. Confío, en definitiva, en que caminamos hacia un mundo cada vez más justo y con menos sombras.

FUENTE: El País Semanal