martes, 29 de septiembre de 2015

Científicos de Salamanca y Canadá colaboran para avanzar contra los tumores cerebrales

Arantxa Tabernero y Christian Naus

Investigadores del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) de la Universidad de Salamanca estudian desde hace tiempo los gliomas, los tumores cerebrales más frecuentes, y han llegado a desarrollar una molécula que podría frenar su proliferación, un péptido que ya han patentado. Hasta ahora, los científicos han realizado sus experimentos principalmente con cultivos celulares, pero la investigación puede dar un salto hacia adelante gracias a una colaboración con la University of British Columbia de Vancouver (Canadá). El grupo de investigación de Christian Naus, que ha visitado hoy Salamanca, dispone de un modelo animal con el que realizar experimentos.

Naus es uno de los mayores expertos en el estudio de la comunicación intercelular y sus consecuencias en el sistema nervioso y hoy ha ofrecido una conferencia en el INCYL para explicar parte de su trabajo. Sus investigaciones abarcan enfermedades muy diferentes, desde el alzhéimer a los infartos cerebrales, pero el denominador común en todas ellas es que no centra su atención en las neuronas, las principales células del sistema nervioso, sino en las células de la glía, que les sirven de soporte.

“Muchas enfermedades pueden tener su origen en las neuronas, pero un mal funcionamiento de las células gliales tiene consecuencias más graves y, viceversa, si las células de la glía pueden ofrecer un mejor papel de protección, las enfermedades se verán atenuadas”, explica en declaraciones a DiCYT Christian Naus.

Infartos cerebrales

Los principales resultados de su trabajo se están aplicando a los infartos cerebrales, asunto que ha tratado en un seminario de investigación. “Durante muchos años hemos estudiado los canales de comunicación entre las células gliales y hemos comprobado que participan en la protección de las neuronas cuando ocurre un infarto cerebral”, afirma. En colaboración con otros grupos de investigación y con compañías farmacéuticas, su equipo ha desarrollado péptidos capaces de regular estos canales de comunicación para proteger a las neuronas, algo que está probando en modelos animales modificados genéticamente.

“La mayor parte de los estudios sobre infartos cerebrales se centran en las neuronas, así que la particularidad de nuestro trabajo es estudiar los astrocitos [células de la glía] y creemos que una combinación de ambos enfoques es la mejor forma de aproximarse a las terapias y a la protección tras un infarto cerebral”, comenta. Naus confía en que estas investigaciones se apliquen muy pronto, porque trabaja con una farmacéutica que ya ha realizado ensayos clínicos con las mismas moléculas como tratamiento para isquemias cardiacas, de manera que se podrían ahorrar algunas fases iniciales en posibles ensayos clínicos.

Gliomas

En el caso de los gliomas o tumores cerebrales, la aproximación es muy similar. En lugar de atacar directamente las células tumorales con cirugía y quimioterapia, los científicos canadienses se han fijado en el papel que pueden tener otras células del entorno, como los astrocitos. “Las células tumorales se comunican con los astrocitos y los utilizan para migrar”, explica, extendiéndose así el cáncer. Por eso, su objetivo es controlar esta comunicación y evitar la migración de las células del glioma.

En este aspecto, el trabajo de Naus coincide con las investigaciones del grupo de Arantxa Tabernero en el INCYL, que ha patentado un péptido que podría ser eficaz para frenar estos tumores cerebrales, según los experimentos realizados con cultivos celulares. Los científicos de la University of British Columbia han desarrollado un modelo animal para estudiar los gliomas que replica la patología humana con gran fidelidad. “Es un buen modelo para ver si los resultados que hemos observado en nuestro laboratorio se pueden reproducir in vivo”, destaca la investigadora de la Universidad de Salamanca responsable del desarrollo de la molécula.

A largo plazo, si los resultados son satisfactorios, los investigadores pasarían a realizar ensayos con pacientes. La combinación de este posible nuevo tratamiento con la cirugía y la quimioterapia actuales podría tener un efecto muy positivo para combatir los tumores cerebrales más frecuentes.


FUENTE: dicyt.com

Una nanopartícula surgida de un virus podría ayudar a tratar el cáncer

La investigación genética y la tecnología siguen siendo buenos aliados. Científicos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), han logrado recientemente modificar el núcleo de un virus para crear una nano partícula inteligente que podría ayuda a tratar el cáncer.

El mecanismo permitiría atacar células tumorales sin dañar el tejido sano En concreto, los investigadores modificaron el ADN del virus de la hepatitis B para rediseñar su sistema infeccioso, convirtiendo su núcleo en una partícula benigna que, en fases más desarrolladas, sería capaz de administrar fármacos de manera dirigida. Para sus creadores, esto supone un gran avance en las terapias actuales, ya que el mecanismo permitiría atacar células tumorales sin dañar el tejido sano. Es decir, funcionaría como un virus, pero sin carga infecciosa y con la posibilidad de portar pequeñas cantidades de fármacos.

"Llamamos a esto una partícula inteligente", explica James Swartz, director de la investigación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. La técnica es “más inteligente mediante la adición de marcadores moleculares que permiten enviar la carga terapéutica donde queremos que vaya", señala el investigador.

Swatrz advierte de que la tecnología aún está en fase inicial, y que el siguiente paso será entregar medicamentos a las células enfermas directamente. Para ello, indica, será necesario colocar etiquetas de cáncer en el exterior de esta partícula inteligente, para entrenar al sistema inmunológico a reconocer ciertos tipos de cáncer.


FUENTE: consalud.es

lunes, 28 de septiembre de 2015

Hallan mutaciones comunes en diferentes metástasis cerebrales

Josep Tabernero, investigador principal del estudio

Las metástasis cerebrales evolucionan de forma independiente, desarrollando alteraciones genéticas comunes que, en más de la mitad de los casos, no se detectan en el tumor primario. Así lo revelan los resultados de un estudio internacional en el que han participado investigadores del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona y del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y en el que se ha secuenciado el exoma completo (la parte del gen que contiene la información que dará lugar a las proteínas) de 86 metástasis cerebrales, tumores primarios y tejido normal. Las metástasis procedían mayoritariamente de cánceres de pulmón (38 casos),de mama(21 casos) y carcinomas de células renales (10 casos), según informan fuentes del Hospital Vall d'Hebron.

Del ensayo, publicado en la revista «Cancer Discovery», se desprende también que muchas de estas mutaciones genéticas se asocian a la sensibilidad a determinadas proteínas (PI3K, AKT, mTOR, CDK) y a los inhibidores de HER2 i EGFR. Si tenemos en cuenta que los tratamientos para las metástasis cerebrales se diseñan a partir de las muestras del tumor primario, la información que aporta el estudio es relevante porque identifica mutaciones genéticas que no se habían detectado hasta ahora, que son comunes en la mayoría de metástasis, y las asocia con diferentes grupos de proteínas que podrían convertirse en dianas terapéuticas viables para nuevos tratamientos dirigidos, según precisan fuentes del centro barcelonés.

El doctor Josep Tabernero, jefe del Servicio de Oncología Médica del Vall d’Hebron, director del VHIO, y uno de los participantes en el estudio, explica que «la información que aporta este estudio es relevante porque abre la puerta a poder diseñar en el futuro tratamientos más personalizados para los pacientes con metástasis cerebrales; una situación clínica en la historia natural del cáncer que actualmente tiene muy mal pronóstico y para la que no disponemos de tratamientos muy eficaces».

Dianas terapéuticas válidas
«De momento, gracias a este ensayo, hemos observado que hay características genéticas comunes en diferentes mutaciones que comparten muchas de las metástasis cerebrales analizadas y, a partir de aquí, hay que seguir investigando en esta línea para confirmar que pueden convertirse en dianas terapéuticas válidas para el tratamiento», asegura Tabernero.

En un 53% de los casos analizados en el estudio se ha observado al menos una alteración genética no detectada en la biopsia del tumor y, en la mayoría de estos casos, están asociadas a una mayor sensibilidad a diferentes grupos de proteínas, que podrían convertirse en vías para diseñar terapias individualizadas a partir de inhibidores de las mismas.

«El descubrimiento de que las mutaciones genéticas de la metástasis cerebral pueden ser diferentes de las del tumor primario del que deriva, comporta un nivel añadido de complejidad a la hora de conocer las características de la enfermedad y determinar el tratamiento óptimo para el paciente. Si sólo tenemos información del tumor primario, no sabremos qué características tiene la metástasis cerebral y cómo tratarla. Esto implica que debemos estudiar y caracterizar en profundidad no sólo el tumor primario, sino también las metástasis cerebrales que genera para mejorar el tratamiento», apunta Joan Seoane, profesor de la ICREA, director de Investigación Translacional del VHIO en el Hospital Universitario Vall d’Hebron y participante en el estudio.

La investigación también ha revelado mutaciones que predicen la sensibilidad a los inhibidores de EGFRy de HER2 (por ejemplo trastuzumab, gefitinib, cetuximab, erlotinib, lapatinib) en 26 casos, en dos de los cuatro genes evaluados.

Un cáncer con pocas opciones de tratamiento

Las metástasis cerebrales, especialmente las que proceden de melanomas y carcinomas de pulmón y de mama, son el tumor más frecuente en el cerebro y tienen muy mal pronóstico. Cada año se diagnostican unos 200.000 casos sólo en los Estados Unidos, y la media de supervivencia oscila entre los tres y los 27 meses después de la diseminación metastásica en el cerebro. Por desgracia, las opciones de tratamiento son limitadas y la mayoría de los ensayos clínicos actuales en los Estados Unidos excluyen a los pacientes con metástasis cerebrales.

Las metástasis cerebrales representan una necesidad no satisfecha en la atención oncológica actual. Aproximadamente entre un 8 y un 10% de los pacientes con cáncer desarrollará metástasis cerebrales, y más de la mitad de estos pacientes morirá en pocos meses después del diagnóstico.


FUENTE: ABC

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Se inicia un estudio en fase II en pacientes con meningioma

La Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer (EORTC, por sus siglas en inglés) y PharmaMar han anunciado el comienzo de un ensayo clínico en fase II con trabectedina, comercializado con el nombre de 'Yondelis', en pacientes con meningioma en alto grado de recurrencia para evaluar su eficacia y seguridad en comparación con el tratamiento estándar.

El ensayo 'EORTC 1320' está coordinado por el Grupo de Tumor Cerebral del EORTC y el objetivo es reclutar 86 pacientes con este tumor cerebral recurrente en grado II o III, procedentes de 47 centros de 10 países (Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Noruega, España, Suiza, Holanda y Reino Unido).

El principal investigador del estudio, Mathias Preusser, de la Medical University de Viena (Austria), ha apuntado que "los datos preclínicos señalan a trabectedina y su papel en el microambiente tumoral como un potencial tratamiento para hacer frente a meningiomas malignos".

Por ello, los resultados de este ensayo "ayudarán a evaluar si este fármaco debería investigarse más a fondo como una opción terapéutica para pacientes con esta enfermedad, puesto que en la actualidad necesitan alternativas".

El principal objetivo del estudio es la supervivencia libre de progresión. Entre los objetivos secundarios se incluirán la supervivencia libre de progresión hasta seis meses, una mejor respuesta global, y la seguridad y calidad de vida de los pacientes.

"Estamos contentos de que el reclutamiento se esté llevando a cabo tan rápido, y confiamos en que el estudio continúe a este ritmo", ha explicado Emilie Le Rhun, del Hospital Universitario de Lille (Francia), donde se han registrado los dos primeros pacientes.


FUENTE: telecinco.es

Un tratamiento más efectivo contra el cáncer combina radioterapia y células madre

Un equipo internacional de científicos, liderado por expertos de la Universidad de Granada (UGR), ha demostrado que las células madre mesenquimales (MSC, por sus siglas en inglés) pueden servir como agentes potenciadores de los efectos locales y sistémicos de la radioterapia, es decir, aquellos que afectan al tumor irradiado y a las células tumorales situadas a distancia de las irradiadas.

Este descubrimiento, que ha sido publicado en la revista Oncotarget, podría servir para lograr una radioterapia más efectiva, y sugiere que dicha terapia podría ser, además de un tratamiento local y regional exitoso, también una nueva modalidad terapéutica en el cáncer sistémico.

Las MSC son un tipo de células madre, presentes en una amplia variedad de tejidos (médula ósea, sangre y tejido del cordón umbilical, piel, tejido graso o muscular…) y capaces de producir distintas células especializadas que se encuentran en los tejidos del cuerpo humano. Por ejemplo, se pueden diferenciar (o especializar) en células de cartílago (condrocitos), células óseas (osteoblastos) y células grasas (adipocitos).

El "efecto de vecindad"

Los científicos, pertenecientes al Centro de Investigación Biomédica de la UGR, al Instituto de Parasitología y Biomedicina (CSIC), la Universidad de Heidelberg (Alemania) y el Hospital Universitario San Cecilio de Granada, han estudiado la sensibilidad celular al efecto de vecindad o espectador (efecto que se produce en células cercanas a las directamente expuestas a la radiación), utilizando para ello un conjunto de líneas de células cancerosas y las células madre mesenquimales derivadas de estroma del cordón umbilical, incluyendo la activación de MSC con radioterapia.
Como explica el autor principal de esta investigación, José Mariano Ruiz de Almodóvar, catedrático del departamento de Radiología y Medicina Física de la UGR, "las MSC poseen un enorme potencial para el tratamiento de cánceres, ya que son capaces de alojarse en el interior de los tumores y cuando son preactivadas –o cuando se activan directamente mediante radiación 'in vivo'– secretan citoquinas y proteínas supresoras de tumores, que producen una mejora muy significativa en los mecanismos del control que la radiación ionizante ejerce sobre los tumores.

El estudio, realizado sobre modelos tumorales implantados en el ratón, ha demostrado experimentalmente que cuando se combina la radioterapia con el tratamiento con células MSC, tanto en los tumores irradiados como en los situados a cierta distancia de los irradiados, se reduce la velocidad de crecimiento tumoral a causa de la disminución del índice de proliferación del tumor y del incremento de la muerte de las células neoplásicas.


FUENTE: agenciasinc.es

viernes, 18 de septiembre de 2015

AVERIGUAN CÓMO FRENAR ALGUNOS DE LOS CÁNCERES MÁS MORTALES

Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Baylor, en estados Unidos, descubrió una manera de pisar el freno de algunos de los cánceres más mortales. “Casi el 30 por ciento de todos los tumores malignos son impulsados por el gen MYC. Nadie ha sido capaz de apagar este gen y, por lo tanto, los pacientes a menudo carecen de tratamientos efectivos”, señala Thomas F. Westbrook, autor del estudio.

“Al igual que apagar el motor de un coche fuera de control, hemos encontrado una nueva manera de matar cánceres impulsados por MYC. Podemos hacerlo mediante la inhibición de una máquina molecular dentro de la célula de cáncer llamada espliceosoma”, agrega este investigador del estudio, cuyos detalles se revelan en la revista Nature.

Westbrook y sus colegas han descubierto que los cánceres activados por MYC dependen del espliceosoma para sobrevivir. “El espliceosoma es una máquina compleja compuesta de muchas proteínas”, explica Tiffany Hsu, autora principal del trabajo. “Esta máquina ayuda a los cánceres a 'leer' su manual de instrucciones mediante suprimiendo pasos innecesarios. Cuando inhibimos el espliceosoma, los cánceres ya no pueden entender sus instrucciones para el crecimiento y la supervivencia”, añade.
  
Inhibir la proteína

En su estudio, Westbrook, Hsu y sus colegas encontraron que la inhibición del espliceosoma utilizando un nuevo medicamento mata las células tumorales, pero no afecta a los tejidos no cancerosos en modelos de ratón. “Este estudio es un paso prometedor para ayudar a los pacientes con cánceres mortales conducidos por MYC. También estamos muy contentos de descubrir una nueva faceta del oncogén MYC, que es uno de los genes del cáncer estudiados más intensamente pero enigmáticos”, dice Hsu.

MYC activa la célula cancerosa y cambia muchas cosas, como la producción de los bloques de construcción que cada célula tumoral necesita, pero este cableado también confiere nuevas tensiones y nuevas vulnerabilidades en las células cancerosas. “Si pudiéramos aprender a intensificar esas tensiones, podríamos matar a las células cancerosas sin dañar los tejidos normales”, apunta Westbrook.

“El espliceosoma puede ser una pieza crítica del rompecabezas”, afirma este experto. Aunque es poco probable que los inhibidores del espliceosoma den una respuesta a todos los tipos de cáncer, son candidatos prometedores para algunos tumores malignos agresivos como el cáncer de mama triple negativo, una forma común y particularmente virulenta de la enfermedad.


FUENTE: Investigación y Desarrollo

Un prometedor fármaco español contra el cáncer se queda sin dinero público

Científicos de la Universidad de Granada ven naufragar veinte años de trabajos tras probar con éxito en ratones un eficaz medicamento capaz de destruir las células que originan la metástasis.

En 2013 recibieron la última subvención del Ministerio de Sanidad. “Ya sabes, la crisis”. El tijeretazo en los fondos públicos dejó su proyecto de investigación, reconocido por la comunidad científica internacional, en puertas de un prometedor hallazgo. Quince investigadores dirigidos por Juan Antonio Marchal, médico y catedrático del departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Granada, han probado con éxito en ratones un fármaco eficaz contra las células madres cancerígenas, las responsables del inicio del tumor y de la metástasis, capaces de sobrevivir a los tratamientos actuales.

Es un descubrimiento prometedor que necesita dar el salto al ensayo clínico en humanos. Coste, según protocolos de las agencias europea y española del medicamento, un millón de euros. Fondos públicos disponibles, cero. Capean el temporal y se resisten a echar el cierre gracias a las muestras espontáneas de solidaridad que llevan recibiendo en los últimos meses. Desde sesiones de tuna a conciertos de rock duro para recaudar fondos. 

Reciben cartas de pacientes que se aferran a esta esperanza y que les piden que no tiren la toalla. Han creado una plataforma que permite firmar a favor de la financiación pública del proyecto y han dirigido sendas cartas a Mariano Rajoy y Susana Díaz.

El trabajo de este equipo de investigación en fármacos antitumorales se remonta veinte años atrás. Hace ocho que centraron sus estudios en las células madres cancerígenas que se encuentran en todos los tumores aunque en una proporción pequeña, aproximadamente del 3%, según el tumor y la persona. Son las responsables del inicio del cáncer y son capaces de reiniciar la enfermedad aunque aparentemente haya vencido el tratamiento. “Vimos que aunque en pequeñas proporciones estas células eran muy importantes y fue el objetivo al que decidimos dedicarnos”, explica Marchal.

Sobreviven a los fármacos actuales, son resistentes a la quimio y a la radioterapia. Eliminan y destruyen los efectos de estos tratamientos. Son células que no se dividen, permanecen en estado durmiente y pueden engañar a una resonancia magnética. De ahí que muchos tumores vuelvan a reactivarse años después cuando el paciente ya empezaba a cantar victoria. Están programadas y saben dar la orden para que la enfermedad vuelva a aparecer y se extienda. “Muchos pacientes recaen a los tres años, cuando ya creíamos que no había cáncer y es por estas células tumorales”, explica el científico granadino.

Los grandes laboratorios miran de reojo

En estrecha colaboración con la Facultad de Farmacia de Granada estos investigadores andaluces han llegado a sintetizar y ensayar más de 2.000 compuestos totalmente nuevos contra el cáncer. Desde hace seis años dieron con algunos muy eficaces para bloquear las células madres cancerígenas. El Bonzepinib es la estrella. Han hallado una metodología de aislamiento que les permite estudiar estas células en una proporción mucho más elevada de lo que aparecen en cualquier tumor. Ahora les falta un paso cualitativo clave muy importante, probar en humanos.

Sin la ayuda de las grandes empresas farmacéuticas, que normalmente no entran a financiar estos proyectos hasta que no hay ensayos en humanos, emprendieron un camino alternativo. Están a punto de obtener su patente. Se han aliado con Canvax, una mediana empresa cordobesa con la que optan a un nuevo proyecto del Ministerio de Sanidad para captar fondos, unos 300.000 euros. Hace pocos días recibieron una ayuda de la Junta de Andalucía, 30.000 euros, con la que sobreviven pero no podrán dar ningún nuevo paso.
“En ratones inducidos con células tumorales humanas la eficacia del fármaco está demostrada”, sostiene Marchal. El siguiente paso es muy costoso. Tienen que realizar un ensayo clínico en personas sanas, unos 200 voluntarios, para demostrar que la toxicidad del fármaco es baja. A partir de ahí los protocolos son muy estrictos y caros. Optan también a financiación de la Unión Europea. El catedrático no vende humo. Sabe que puede resultar o no, pero indica que las posibilidades de que funcionen son altas y es “frustrante” quedarse a las puertas del desenlace final. Distintas revistas internacionales y comunidades científicas de otros países europeas se han hecho eco de sus hallazgos.

De los quince profesionales que integran este grupo científico solo cinco son profesores funcionarios de la Universidad. Otro tiene un contrato senior con cargo al Ministerio que debe renovar cada tres años y está ahora mismo pendiente de respuesta. Dos investigadores son becarios. El resto trabajan sin sueldo ni remuneración como parte de sus tesis doctorales. La fuga de talentos ha llegado al grupo granadino. Dos de los científicos colaboran ahora mismo desde Miami, donde han obtenido una beca, y otros dos doctores se buscan la vida, una de ellas en Dinamarca.

Ante la pregunta de qué les hace seguir adelante, el doctor Marchal lo tiene claro: las muestras de apoyo de la gente. El principal impulsor es un paciente de cáncer de colón de Málaga, médico psiquiatra. Él ha puesto en marcha varios actos benéficos para recaudar fondos. Convenció a la tuna de la Universidad de Granada, a la que perteneció en su juventud, para un concierto solidario. En Mijas, el vocalista de un grupo de rock llamado Carpe Diem, también envió todo lo que recaudó con una de sus actuaciones. Ahora tiene en marcha la grabación de un vídeo con una canción original que permitiría obtener dinero en cada click. Miguel Ríos o Danza Invisible se han mostrado interesado en ayudar a esta comunidad científica. “Todo esto parte de la gente. Nosotros casi no hacemos nada”, asegura el científico.

Van a probar con el crowdfunding a través de una plataforma de mecenazgo impulsada por la Universidad de Granada. “Desde que comenzamos a tener problemas de financiación hay cada vez más pacientes, de España y fuera del país, que nos escriben y se ofrecen para que probemos en ellos el fármaco. No estamos en esa fase. Aún no. Pero sus cartas también nos ayudan a seguir adelante”, cuenta el científico granadino, que ya presentó su tesis doctoral en fármacos tumorales en 1996. Fue el principio y aquí siguen. “No vamos a tirar la toalla”, asegura. “Ahora no porque ¿y si funciona?, ¿saben lo que esto podría suponer?”. Ojalá esa pregunta tuviera respuesta.


FUENTE: El Confidencial

martes, 15 de septiembre de 2015

La función inmune experimenta cambios mucho antes del diagnóstico de un tumor cerebral

Un nuevo estudio sugiere que se producen cambios en la función inmune hasta 5 años antes del diagnóstico de un tumor cerebral, que normalmente produce síntomas sólo tres meses antes de que se detecte. Mediante el uso de muestras de sangre recogidas en promedio 15 años antes del diagnóstico de tumor cerebral para analizar las interacciones entre 12 proteínas relacionadas con las alergias, los científicos observaron cómo esas relaciones difieren entre las personas más tarde diagnosticadas con tumores cerebrales y los individuos de control sin cáncer.

Un nuevo estudio sugiere que se producen cambios en la función inmune hasta 5 años antes del diagnóstico de un tumor cerebral, que normalmente produce síntomas sólo tres meses antes de que se detecte. Mediante el uso de muestras de sangre recogidas en promedio 15 años antes del diagnóstico de tumor cerebral para analizar las interacciones entre 12 proteínas relacionadas con las alergias, los científicos observaron cómo esas relaciones difieren entre las personas más tarde diagnosticadas con tumores cerebrales y los individuos de control sin cáncer.

Entre las personas que fueron diagnosticadas posteriormente con el tumor cerebral llamado glioma, el análisis de muestras de sangre mostró que estas proteínas del sistema inmune se habían enviado un menor número de señales entre sí hasta cinco años antes del diagnóstico. Por el contrario, las interacciones se mantuvieron fuertes entre los controles sanos.

"Ahora, los médicos no tienen ninguna manera de detectar los tumores hasta que los pacientes sufren síntomas, que suelen ser tres meses antes del diagnóstico. Yo ví algo cinco años antes", afirma la directora del estudio, Judith Schwartzbaum, profesora asociada de Epidemiología en la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos.
Las proteínas analizadas, llamadas citoquinas, son las que se activan durante una respuesta inmune relacionada con la alergia y se seleccionaron para este estudio debido a su implicación con las alergias, que se han vinculado con un menor riesgo de glioma y su forma más grave, el glioblastoma.

Los glioblastomas constituyen hasta el 60 por ciento de los tumores de adultos en el cerebro en Estados Unidos, afectando a un estimado de 5 de cada 100.000 personas. Los pacientes que se someten a cirugía, radiación y quimioterapia sobreviven, en promedio, alrededor de un año después del diagnóstico, con menos de una cuarta parte de los pacientes que sobreviven hasta dos años y menos del 10 por ciento que sigien vivos pasados cinco años.

Estos tumores tienen el poder de suprimir el sistema inmunológico, lo que les permite crecer, y los hallazgos, que se describen en un artículo que se publica en 'Plos One', sugieren que el desarrollo temprano del tumor podría conducir a cambios en la función inmune detectables años antes del diagnóstico de cáncer.

"Los cambios que vemos en la función inmune sugieren que hay alteraciones localizadas mucho antes del momento normal del diagnóstico del tumor", señala Schwartzbaum, también investigador en el Centro Integral del Cáncer de Ohio. "No puedo decir cuáles son las citoquinas más importantes porque están todas relacionados entre sí y no actúan solas. Pero veo a un debilitamiento en la totalidad de sus relaciones en pacientes con glioma dentro de los cinco años anteriores al diagnóstico y nada igual que entre los controles", detalla.

El equipo tuvo acceso al 'Janus Serum Bank' de Noruega, un banco que contiene muestras obtenidas de ciudadanos durante sus evaluaciones médicas anuales o de donantes voluntarios de sangre durante los últimos 40 años. Noruega también ha registrado todos los nuevos casos de cáncer en el país desde 1953 y los números de identificación personal permitirán hacer referencias cruzadas de aquellos casos con muestras de sangre tomadas con anterioridad.

Para este estudio, los científicos analizaron citoquinas en muestras de suero sanguíneo de 487 personas diagnosticadas con glioma (315 de los cuales eran glioblastoma) y 487 controles que permanecieron libres de cáncer cerebral. Las muestras de sangre se habían tomado un promedio de 15 años antes de que los individuos que desarrollaron tumores recibieron el diagnóstico.

Cuando Schwartzbaum investigó las correlaciones entre las proteínas relacionadas con la alergia en toda la muestra, encontró diferencias significativas entre las personas posteriormente diagnosticados con tumor cerebral y los controles. Sin embargo, cuando se redujo el análisis a 55 muestras de pacientes cuya sangre se tomaron cinco o menos años antes de un diagnóstico de glioma o glioblastoma, surgió claramente la interacción entre la disminución de citoquinas en las personas que desarrollaron tumores.

"Los matemáticos que modelaron los cambios en la función inmune en pacientes con glioma sugieren que esto significa que el tumor está empezando a dirigir o suprimir la activación inmune local. Y eso tiene sentido", subraya esta experta. Aunque esta muestra de casos representa extracciones de sangre dentro de los cinco años hasta el diagnóstico, el tiempo medio de diagnóstico fue de tres años.

LAS ALERGIAS, ESCUDOS CONTRA ESTOS TUMORES

Entre todo el grupo de muestras de sangre, los autores hallaron otra relación de las citoquinas que sugiere que las alergias protegen contra este tipo específico de tumor. Hasta 20 años antes del diagnóstico, el análisis mostró que los niveles altos de la proteína IL-4, que se produce en exceso en las personas con alergias, se vinculó con una menor probabilidad de desarrollar un glioma en el futuro.

La asociación se mantuvo cuando se tuvo en cuenta otra proteína y las interacciones entre los dos. "Esto podría significar esta interacción de citoquinas tiene un efecto preventivo 20 años antes de que un tumor fuera propenso a desarrollarse", sugiere Schwartzbaum.

Este hallazgo apoya resultados previos que sugieren que las alergias reducen el riesgo de glioma. Como estos tumores influyen en el sistema inmune, los investigadores todavía no están seguros de si las alergias disminuyen el riesgo de cáncer o si, antes del diagnóstico, estos tumores interfieren con la respuesta inmunitaria hipersensible a los alérgenos.

El grupo de Schwartzbaum había informado anteriormente de que los hombres y las mujeres cuya sangre muestras contenían anticuerpos relacionados con alergias presentaban un riesgo casi un 50 por ciento menor de desarrollar glioma 20 años más tarde en comparación con individuos sin síntomas de alergias.


FUENTE: noticias.lainformacion.com

Logran matar células cancerígenas quitándoles la glucosa


El grupo del investigador riojano consigue que las células no tengan energía para dividirse y mejora los resultados del taxol, usado en la quimioterapia.

El punto de partida siempre tiene que ser el mismo: «Esto es un pequeño paso y para conseguir, por ejemplo, curar a un cinco por ciento más de pacientes, son necesarios cientos de pequeños pasitos». Esto es, que lo que el equipo del grupo de división celular y cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) que dirige el riojano Marcos Malumbres ha descubierto será una piedra más (quizá la primera de una nueva línea de estudio) de la lucha global contra la enfermedad. «Esto es una prueba de principio; una prueba de que esto funciona y de que puede ser usado», dice Malumbres.

¿En qué consiste el descubrimiento? El propio investigador alfareño apunta que tiene dos partes: una de ciencia básica y otra, más asumible para el común de los mortales, aplicada. Ambas giran en torno a las necesidades de glucosa de las células cancerígenas en el momento de su división.

Desde el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) explican que «las células del cáncer se vuelven adictas a la glucosa, que utilizan como fuente de energía para crecer y desarrollarse». Con ese concepto básico en mente, el equipo del riojano Malumbres fijó su hipótesis de partida: una falta de glucosa podría inducir la muerte de las células tumorales de manera específica. Y con esa idea ha estado trabajando, además del equipo del CNIO, los del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) de Madrid, del IRB de Barcelona y de las universidad Complutense de Madrid, de Santiago de Compostela y de Boston. El estudio lo acaba de publicar la prestigiosa revista Nature Cell Biology.

Y el resultado ha venido a confirmar la hipótesis de partida. Uno de los sellos característicos de las células cancerígenas es su capacidad de dividirse de manera incontrolada y casi ilimitada, recuerdan desde el CNIO. Explican que cuando la enfermedad es tratada con taxol -uno de los agentes quimioterapéuticos más frecuentes a la hora de luchar contra cánceres de mama, ovario, pulmón, vejiga, próstata o melanoma, entre otros- lo que se busca es frenar esa división celular y ese es el momento en el que dejar sin glucosa a las células puede convertirse en una de las claves para que la enfermedad remita y las células cancerosas mueran.

Desde el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas explican que cuando se está tratando con taxol un cáncer las células tumorales necesitan más glucosa, más energía para seguir dividiéndose por lo que si se evita la glicólisis -la conversión de la glucosa en energía- se refuerza la capacidad anticancerígena de los tratamientos, se mejora su capacidad de acabar con la enfermedad. «De alguna forma, sería como forzar la máquina a necesitar más glucosa y a la vez impedir que la utilicen; así, las células tumorales morirían de inanición al no poder obtener energía para hacer sus funciones vitales».

«Está demostrado que las células mueren. Combinando las drogas que se usan en clínica con inhibidores nuevos contra la glucosa que están en ensayos clínicos y que no se han usado hasta ahora porque no se había encontrado un escenario bien definido se consigue matar a las células», explica Malumbres.

El estudio desarrollado por el equipo del investigador alfareño se ha centrado en dos tipos concretos de cáncer, el de mama y el de pulmón. «Ahí es dónde hemos visto que funciona», dice Malumbres que explica que una vez que Nature Cell Biology publique el artículo que aborda su investigación «otros grupos de trabajo empezarán a trabajar y cada uno se centrará en un tipo de tumor».


FUENTE: larioja.com

viernes, 11 de septiembre de 2015

LOS AVANCES EN BIOLOGÍA PROTEICA CERCAN AL CÁNCER


Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en España, desarrollaron una innovadora estrategia terapéutica para impedir el crecimiento de adenocarcinomas, concretamente de pulmón. Para ello, han bloqueado el funcionamiento de una de las proteínas (la TRF-1) que forma parte de la estructura de los telómeros.

Desde finales de los años 90, la investigación sobre los telómeros o extremos de los cromosomas ha permanecido siempre en primera línea de estudio de la biología, con una gran repercusión. Este se ha convertido así en uno de los temas de mayor impacto en el campo de los estudios clínicos.

Los telómeros son estructuras ubicadas en los extremos cromosómicos que tienen gran importancia en el buen funcionamiento del material genético. Los biólogos se han ido sorprendiendo de la inesperada complejidad de estas estructuras y de la importancia que tienen en salud humana.

Así, por ejemplo, se ha logrado saber que existe correlación entre el tamaño de éstos y el envejecimiento. Por otro lado, defectos asociados a estas pequeñas estructuras cromosómicas se están vinculando cada vez más a mayor número de enfermedades, incluyendo numerosos tipos de cáncer.

El equipo de investigación, liderado por María A. Blasco del CNIO, ha dado un gran paso en la investigación sobre el cáncer, tal y como publicaron en la revista EMBO Molecular Medicine, recientemente. Estos científicos han comprobado, en ratones, que el bloqueo o inhibición de la proteína shelterina TRF-1, es efectivo para inhibir el crecimiento de adenocarcinomas (cánceres de tipo glandular) de pulmón.

Por otro lado, y no menos importante, observaron que la toxicidad provocada para la inhibición de tal proteína no es elevada para los tejidos sanos. Por lo tanto, es perfectamente tolerable por el cuerpo humano sin que tenga que sufrir devastadores efectos secundarios.

Estos resultados demuestran por primera vez que la desprotección de los telómeros puede constituir una potencial diana terapéutica para el tratamiento del cáncer de pulmón.

¿Qué son los telómeros?

Nuestras células presentan unas estructuras altamente organizadas denominadas cromosomas que contienen la mayor parte de la información genética (ADN). Pues bien, los extremos de estos cromosomas se denominan telómeros. ¿Para qué sirven realmente estas estructuras? ¿Desempeñan un papel tan importante como para estar relacionados con enfermedades de tal envergadura como el cáncer?

Las investigaciones realizadas hasta la fecha, así lo demuestran. De hecho, tras haber sido muy importantes en los estudios sobre el envejecimiento celular, ahora han pasado a ser uno de los objetivos fundamentales de los científicos que investigan el cáncer y su posible tratamiento. Aclaremos un poco todo esto.

Los telómeros sellan, de alguna manera, los extremos de los cromosomas previniendo la fusión entre ellos y permitiendo la división celular sin problemas. Además también tienen como función evitar la pérdida de información genética cada vez que la célula se divide. Es decir, protegen la integridad del cromosoma e impiden la pérdida de genes importantes para la vida de la célula.

A medida que vamos envejeciendo, nuestras células se van dividiendo una y otra vez. En este proceso el extremo final del telómero no es copiado, lo que implica un pequeño acortamiento progresivo de estas estructuras. Sin embargo, el acortamiento de ADN sufrido con cada división celular no es, en principio, importante.

Con el paso del tiempo, la longitud telomérica de cada tipo de célula va disminuyendo, algo que nos proporciona información sobre la edad biológica de nuestros órganos y tejidos. A medida que se han llevado a cabo sucesivas divisiones, los telómeros alcanzan, finalmente, un tamaño crítico y esto conlleva inestabilidad en el cromosoma y pérdida de viabilidad celular.

Cuando es alcanzado este tamaño crítico, la célula interpreta que se ha producido un daño irreparable. ¿Cómo reacciona entonces? Simplemente deja de dividirse, y en consecuencia los tejidos no se regeneran. Una actividad que ocurre paulatinamente en nuestro cuerpo de forma progresiva y natural. De esta manera la célula se asegura que la información genética queda intacta, limitando a la vez la vida de la célula sin permitir su crecimiento incontrolado.  Hasta aquí un proceso normal en una persona sana.

Telómeros y cáncer

En las células normales existe una enzima denominada telomerasa, que tiene capacidad de alargar los telómeros de nuevo y evitar las disfunciones existentes en células potencialmente patológicas.

En este sentido, y como hemos explicado, las sucesivas divisiones celulares provocan acortamiento de los telómeros. Pues bien, paulatinamente, las células tras una serie de ciclos de división se van encaminando hacia la senescencia celular, es decir, al envejecimiento y finalmente, la muerte celular.

En las células cancerígenas esta actividad es eludida y no se produce la muerte celular. Por esta razón las células cancerígenas no paran de crecer y dividirse. Uno de los métodos que emplean para evitar esta senescencia es la activación de un complejo enzimático en el que participa la enzima telomerasa.

Si se inhibiese esta enzima, tal y como explican los autores del estudio, se podría hablar de un acercamiento al tratamiento del cáncer. Sin embargo, el tiempo necesario para obtener este acortamiento es demasiado largo y no sería un tratamiento efectivo frente a tumores de gran agresividad. De ahí que los autores del estudio hayan optado por otra estrategia.

Atacando al cáncer

La enorme importancia del trabajo de investigación realizado por el equipo de la doctora Blasco radica, precisamente, en esta nueva estrategia. En él estudian un nuevo camino para llegar a desarrollar una solución viable para el tratamiento del cáncer en humanos.

Este nuevo camino consiste en el bloqueo de otro tipo de proteína, la TRF-1, Telomeric Repeat binding Factor 1, que forma parte también de los telómeros y que es un factor de unión básico para el mantenimiento de la longitud de estos. Para lograrlo emplearon ratones a los que, previamente, les indujeron el desarrollo de un adenocarcinoma pulmonar muy agresivo.

Pues bien, los investigadores bloquearon la acción de la proteína shelterina TRF-1 en estos ratones y estudiaron también el nivel de toxicidad del procedimiento. Los biólogos observaron que la desprotección de los telómeros, mediante la inhibición de la TRF-1, implica un bloqueo del crecimiento del cáncer. Y además comprobaron que la inhibición de la unión de esta proteína a los telómeros bloquea el crecimiento de carcinomas ya establecidos, sin afectar la supervivencia del animal ni la función del tejido.

Una vez establecido que la nueva diana terapéutica era efectiva en la paralización del crecimiento de los tumores, al tiempo que no implica una gran toxicidad, el grupo de investigación buscó compuestos químicos que mostraran acción inhibitoria contra la TRF1. Comprobaron que es posible encontrar potenciales fármacos que pueden inhibir esta proteína y que tengan además un efecto terapéutico beneficioso.

Defectos en los telómeros

Las investigaciones sobre los telómeros, como hemos visto, no se limita al cáncer. Ni mucho menos. Actualmente existen muchos ejemplos en los que la investigación telomérica tiene mucho que decir.

En este sentido se ha comprobado, recientemente, que si se dañan los telómeros, y además existen una serie de factores ambientales condicionante añadidos, se pueden generar enfermedades tan relevantes como la fibrosis pulmonar.

De hecho, se sabe que muchos pacientes que padecen fibrosis pulmonar idiopática tienen telómeros más cortos de lo normal. Y precisamente, esta es una de las enfermedades más frecuentes entre aquellas personas que presentan mutaciones en los genes relacionados con el mantenimiento de los telómeros.

Por tanto, las alteraciones en la estructura y/o funcionamiento de estos capuchones constituyen una de las causas que subyacen a enfermedades asociadas con el envejecimiento y a cánceres de diverso tipo. Todo ello nos lleva a pensar que seguiremos informando de nuevos avances en estas regiones de nuestro material genético.

Referencia:

García-Beccaria M, et al. Therapeutic inhibition of TRF1 impairs the growth of p53-deficient K-RasG12V-induced lung cancer by inductin of telomeric DNA damage. EMBO Molecular Medicine (2015). DOI: 10.15252/emmm.201404497.


FUENTE: Investigación y Desarrollo