El grupo del investigador riojano
consigue que las células no tengan energía para dividirse y mejora los
resultados del taxol, usado en la quimioterapia.
El punto de partida siempre tiene
que ser el mismo: «Esto es un pequeño paso y para conseguir, por ejemplo, curar
a un cinco por ciento más de pacientes, son necesarios cientos de pequeños
pasitos». Esto es, que lo que el equipo del grupo de división celular y cáncer
del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) que dirige el riojano
Marcos Malumbres ha descubierto será una piedra más (quizá la primera de una
nueva línea de estudio) de la lucha global contra la enfermedad. «Esto es una
prueba de principio; una prueba de que esto funciona y de que puede ser usado»,
dice Malumbres.
¿En qué consiste el descubrimiento?
El propio investigador alfareño apunta que tiene dos partes: una de ciencia
básica y otra, más asumible para el común de los mortales, aplicada. Ambas
giran en torno a las necesidades de glucosa de las células cancerígenas en el
momento de su división.
Desde el Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO) explican que «las células del cáncer se
vuelven adictas a la glucosa, que utilizan como fuente de energía para crecer y
desarrollarse». Con ese concepto básico en mente, el equipo del riojano Malumbres
fijó su hipótesis de partida: una falta de glucosa podría inducir la muerte de
las células tumorales de manera específica. Y con esa idea ha estado
trabajando, además del equipo del CNIO, los del Centro de Investigaciones
Biológicas (CIB) de Madrid, del IRB de Barcelona y de las universidad
Complutense de Madrid, de Santiago de Compostela y de Boston. El estudio lo
acaba de publicar la prestigiosa revista Nature Cell Biology.
Y el resultado ha venido a confirmar
la hipótesis de partida. Uno de los sellos característicos de las células
cancerígenas es su capacidad de dividirse de manera incontrolada y casi
ilimitada, recuerdan desde el CNIO. Explican que cuando la enfermedad es
tratada con taxol -uno de los agentes quimioterapéuticos más frecuentes a la
hora de luchar contra cánceres de mama, ovario, pulmón, vejiga, próstata o
melanoma, entre otros- lo que se busca es frenar esa división celular y ese es
el momento en el que dejar sin glucosa a las células puede convertirse en una
de las claves para que la enfermedad remita y las células cancerosas mueran.
Desde el Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas explican que cuando se está tratando con taxol un
cáncer las células tumorales necesitan más glucosa, más energía para seguir
dividiéndose por lo que si se evita la glicólisis -la conversión de la glucosa
en energía- se refuerza la capacidad anticancerígena de los tratamientos, se
mejora su capacidad de acabar con la enfermedad. «De alguna forma, sería como
forzar la máquina a necesitar más glucosa y a la vez impedir que la utilicen;
así, las células tumorales morirían de inanición al no poder obtener energía
para hacer sus funciones vitales».
«Está demostrado que las células
mueren. Combinando las drogas que se usan en clínica con inhibidores nuevos
contra la glucosa que están en ensayos clínicos y que no se han usado hasta
ahora porque no se había encontrado un escenario bien definido se consigue
matar a las células», explica Malumbres.
El estudio desarrollado por el
equipo del investigador alfareño se ha centrado en dos tipos concretos de
cáncer, el de mama y el de pulmón. «Ahí es dónde hemos visto que funciona»,
dice Malumbres que explica que una vez que Nature Cell Biology publique el
artículo que aborda su investigación «otros grupos de trabajo empezarán a
trabajar y cada uno se centrará en un tipo de tumor».
FUENTE: larioja.com
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