martes, 26 de abril de 2016

Identificada una nueva diana terapéutica para el tumor cerebral más común

El glioblastoma multiforme es uno de los tumores más prevalentes y mortales
del cerebro. De hecho, se trata de un tipo de cáncer que, resistente a la
quimioterapia y la radioterapia, resulta muy difícil de extirpar quirúrgicamente,
por lo que la supervivencia media de los pacientes que lo desarrollan no
supera, aun a día de hoy, los 15 meses. De ahí la importancia de un nuevo
estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Ottawa (Canadá), en
el que por primera vez se identifica una proteína –denominada ‘receptor de
oncostatina M’ (OSMR)– totalmente necesaria para la formación del tumor. Tal
es así que, como también muestra el estudio, el bloqueo de esta proteína
imposibilita el desarrollo del glioblastoma, lo que abre la puerta al desarrollo de
nuevos tratamientos farmacológicos específicamente dirigidos contra este tipo
de cáncer.
Como explica Arezu Jahani­Asl, directora de esta investigación publicada en
la revista «Nature Neurosciences», «resulta descorazonador que la mayoría
de los pacientes que desarrollan este tumor sobrevivan solo 16 meses. Y es
que aún en la actualidad no existe ningún tratamiento eficaz para este
tipo de cáncer, siendo esta la razón que nos empujó a investigar esta
enfermedad».
Por lo general, las células tumorales de cualquier tipo de cáncer tienen la
capacidad de formar por sí solas un nuevo tumor. Pero esto no sucede así en
el caso del glioblastoma multiforme, en el que solo un limitado tipo de células
madre tienen esta capacidad cancerígena. El problema es que el tumor, dada
su localización, es muy difícil de extirpar completamente. Y con que solo se
deje una de estas células madre con capacidad proliferativa, el tumor volverá
a desarrollarse.
La buena noticia es que, como muestran los resultados del estudio, el bloqueo
de la actividad de la proteína OSMR previene la formación del tumor. O así se
ha visto, cuando menos, en modelos animales –ratones– en los que promovió
el desarrollo de un glioblastoma multiforme a través de la implantación de
células madre tumorales humanas.
Como destaca Michael Rudnicki, co­autor del estudio, «el que fuéramos
capaces de detener por completo la formación del tumor fue un resultado tan
espectacular como sorprendente. Así, los resultados demuestran que esta
proteína es una pieza clave en este puzle, por lo que se presenta como una
posible diana terapéutica para futuros tratamientos».
Es más; la proteína OSMR no solo posibilita la formación del tumor. También hace que el glioblastoma resulte, si cabe más mortal. Y es como se comprobó a partir del análisis de las muestras tumorales de 339 adultos con glioblastoma
multiforme, cuanto mayor es la expresión del OSMR, más prematura es la muerte del paciente.
Un hecho que se observó asimismo en los modelos animales: aquellos a los que se les implantaron células madre tumorales humanas con una baja
expresión del OSMR vivieron hasta un 30% más que aquellos en los que las
células tenían una expresión normal de la proteína.
Más allá del glioblastoma

Distintas investigaciones previas han mostrado que la mutación del factor de
crecimiento epidérmico (EGFR) conocida como ‘EGFRvIII’ promueve la
formación del glioblastoma multiforme. Sin embargo, los estudios llevados a
cabo para desarrollar un fármaco eficaz frente a esta mutación han resultado
totalmente infructuosos. Y ahora, el nuevo estudio ha demostrado que el
efecto cancerígeno del EGFRvIII solo se lleva a cabo una vez se ha unido a la
proteína OSMR. Un hecho que, como resaltan los autores, «podría facilitar el
desarrollo de tratamientos efectivos no solo frente a los glioblastomas, sino
también para otros tipos de cáncer en los que la expresión del EGFR se
encuentra amplificada, caso de los cánceres de mama, de pulmón y de
cérvix».
Como concluye Azad Bonni, co­autor del estudio, «nuestros resultados
plantean una perspectiva emocionante sobre nuevas dianas potenciales para
una enfermedad letal. El próximo paso será encontrar anticuerpos o pequeñas
moléculas que puedan desactivar la proteína OSMR o detener su interacción
con el EGFR. Pero aún habrá que esperar varios años para que un
tratamiento dirigido frente a esta proteína sea una realidad».

FUENTE: ABC

viernes, 22 de abril de 2016

El sueño de transformar un virus del resfriado para que destruya el cáncer

La teoría suena a música celestial. Hace más de un siglo, unos pocos médicos observaron que la leucemia de algunos de sus pacientes desaparecía después de que fueran infectados de manera natural por algún virus. Estas remisiones espontáneas, desgraciadamente anecdóticas en un planeta con 14 millones de nuevos casos de cáncer al año, engordaron un sueño a lo largo del siglo XX: modificar genéticamente virus para que atacaran y destruyeran solo a las células tumorales, multiplicándose en ellas y, por lo tanto, realimentando el tratamiento hasta acabar por completo con el cáncer.

La realidad está siendo mucho menos hermosa, como ha quedado claro en el primer congreso de la recién creada Red Española de Adenovirus, celebrado esta semana en Madrid. Los adenovirus están por todas partes: causan resfriados y diarreas, pero sus características los hacen versátiles para el sueño de destruir el cáncer. “Son relativamente fáciles de producir en grandes cantidades y su genoma es grande, con sitio para introducir los genes que te interesen”, explica Carmen San Martín, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología y coordinadora de esta red con 10 grupos científicos independientes. “Podemos modificar los adenovirus para que actúen como biomedicinas contra algunas enfermedades”, subraya.

La bióloga Marta Alonso explora esa estrategia, todavía muy experimental. Trabaja en un frente implacable, el de los tumores cerebrales infantiles, los más letales en niños. A finales de año comenzará un ensayo clínico con adenovirus modificados para atacar el glioma difuso de tronco encefálico. “Son casos muy desgarradores. Actualmente, los niños con estos tumores se mueren en nueve meses”, lamenta.

Sus primeras pruebas son moderadamente esperanzadoras. Otro ensayo con 30 adultos con gliomas ha ofrecido algunos resultados positivos. “No hemos detectado ninguna toxicidad, como mucho un poco de fiebre. Hay que coger los datos con pinzas, porque todavía es muy pronto, pero hemos observado que el 10% de los pacientes responde al tratamiento con adenovirus modificados. Parece poco, pero es mucho. El pronóstico de los gliomas normalmente es la muerte. La esperanza de vida de los adultos con glioma es de 14 meses”, detalla la bióloga, de la Clínica Universidad de Navarra.

En algunos casos, anecdóticos, los tumores cerebrales se han reducido “considerablemente”. El equipo de Alonso trabaja para iluminar estas batallas victoriosas a nivel molecular. Una de sus hipótesis es que, en ocasiones, “el virus cae como una bomba y hace que el propio sistema inmune del paciente empiece a reconocer el tumor”.

El biólogo Ramón Alemany lleva 20 años intentando materializar el sueño de los adenovirus contra el cáncer. Tiene los pies en el suelo. Recuerda que, pese a décadas de investigación, en todo el mundo solo se ha aprobado un tratamiento con adenovirus y fue en China, en 2005, contra el cáncer de cabeza y cuello, causado principalmente por el consumo de tabaco y alcohol. Desde entonces, nada. “Y la eficacia de ese fármaco ni siquiera está demostrada según los criterios europeos y estadounidenses”, apunta Alemany, del Instituto Catalán de Oncología, en Barcelona.

El investigador enumera los obstáculos: los adenovirus muchas veces no llegan al tumor de manera eficiente y, a menudo, las defensas del organismo neutralizan al virus antes de que dispare una respuesta contra el cáncer. El enemigo es gigantesco. Sin embargo, Alemany obtiene buenas noticias de vez en cuando. Su adenovirus modificado Icovir-5 ha servido desde 2005 para tratar de manera experimental a 20 niños con neuroblastoma, el segundo tumor sólido infantil más común. Utilizando células de la médula ósea de los propios niños extraídas e infectadas con el adenovirus, como un caballo de Troya, el tratamiento ha obtenido una respuesta positiva en cinco de los chavales. Uno de ellos lleva 10 años sin cáncer.
Alemany pide frenar el optimismo. Otro de sus adenovirus modificados, el Icovir-17K, se ha probado en 24 pacientes adultos, la mitad con cáncer de colon y la otra mitad con tumores en el páncreas. Se trata de virus solo, sin caballos de Troya, pinchado en vena. “Vemos respuestas parciales, pero ninguna remisión, como sí ocurrió con los niños. A día de hoy no podemos concluir que nuestro virus esté aportando beneficio clínico”, admite. “El 99% de los fármacos experimentales contra el cáncer de páncreas han fallado”, advierte.

La bioquímica Cristina Fillat, que investiga en ratones algunos adenovirus modificados con potencial contra el cáncer de páncreas, es más optimista. Fillat, del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer de Barcelona, destaca que hace solo unos meses la UE y EE UU aprobaron el primer virus oncolítico, el T-VEC. No es un adenovirus, sino un virus del herpes labial modificado genéticamente para detener la progresión del cáncer de piel más agresivo, el melanoma. El virus penetra y se multiplica en las células tumorales, que explotan y liberan sustancias que activan las defensas del organismo. Los pacientes con melanoma avanzado que reciben T-VEC viven una media de 41 meses, frente a los 21 meses de los que reciben un tratamiento de control.

Fillat cree que la aprobación del T-VEC es un espaldarazo a los investigadores del adenovirus. Para Alemany, el futuro pasa por combinar la acción de los virus oncolíticos con la inmunoterapia, como los anticuerpos monoclonales, creados en laboratorio, que se adhieren a las células tumorales y atraen la atención de las defensas del organismo.


FUENTE: El País