Científicos de la Universidad de
Granada ven naufragar veinte años de trabajos tras probar con éxito en ratones
un eficaz medicamento capaz de destruir las células que originan la metástasis.
En 2013 recibieron la última
subvención del Ministerio de Sanidad. “Ya sabes, la crisis”. El tijeretazo en
los fondos públicos dejó su proyecto de investigación, reconocido por la
comunidad científica internacional, en puertas de un prometedor hallazgo.
Quince investigadores dirigidos por Juan Antonio Marchal, médico y catedrático
del departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Granada,
han probado con éxito en ratones un fármaco eficaz contra las células madres
cancerígenas, las responsables del inicio del tumor y de la metástasis, capaces
de sobrevivir a los tratamientos actuales.
Es un descubrimiento prometedor que
necesita dar el salto al ensayo clínico en humanos. Coste, según protocolos de
las agencias europea y española del medicamento, un millón de euros. Fondos
públicos disponibles, cero. Capean el temporal y se resisten a echar el cierre
gracias a las muestras espontáneas de solidaridad que llevan recibiendo en los
últimos meses. Desde sesiones de tuna a conciertos de rock duro para recaudar
fondos.
Reciben cartas de pacientes que se aferran a esta esperanza y que les
piden que no tiren la toalla. Han creado una plataforma que permite firmar a
favor de la financiación pública del proyecto y han dirigido sendas cartas a
Mariano Rajoy y Susana Díaz.
El trabajo de este equipo de
investigación en fármacos antitumorales se remonta veinte años atrás. Hace ocho
que centraron sus estudios en las células madres cancerígenas que se encuentran
en todos los tumores aunque en una proporción pequeña, aproximadamente del 3%,
según el tumor y la persona. Son las responsables del inicio del cáncer y son
capaces de reiniciar la enfermedad aunque aparentemente haya vencido el
tratamiento. “Vimos que aunque en pequeñas proporciones estas células eran muy
importantes y fue el objetivo al que decidimos dedicarnos”, explica Marchal.
Sobreviven a los fármacos actuales,
son resistentes a la quimio y a la radioterapia. Eliminan y destruyen los
efectos de estos tratamientos. Son células que no se dividen, permanecen en
estado durmiente y pueden engañar a una resonancia magnética. De ahí que muchos
tumores vuelvan a reactivarse años después cuando el paciente ya empezaba a
cantar victoria. Están programadas y saben dar la orden para que la enfermedad
vuelva a aparecer y se extienda. “Muchos pacientes recaen a los tres años,
cuando ya creíamos que no había cáncer y es por estas células tumorales”,
explica el científico granadino.
Los grandes laboratorios miran de
reojo
En estrecha colaboración con la
Facultad de Farmacia de Granada estos investigadores andaluces han llegado a
sintetizar y ensayar más de 2.000 compuestos totalmente nuevos contra el
cáncer. Desde hace seis años dieron con algunos muy eficaces para bloquear las
células madres cancerígenas. El Bonzepinib es la estrella. Han hallado una
metodología de aislamiento que les permite estudiar estas células en una
proporción mucho más elevada de lo que aparecen en cualquier tumor. Ahora les
falta un paso cualitativo clave muy importante, probar en humanos.
Sin la ayuda de las grandes empresas
farmacéuticas, que normalmente no entran a financiar estos proyectos hasta que
no hay ensayos en humanos, emprendieron un camino alternativo. Están a punto de
obtener su patente. Se han aliado con Canvax, una mediana empresa cordobesa con
la que optan a un nuevo proyecto del Ministerio de Sanidad para captar fondos,
unos 300.000 euros. Hace pocos días recibieron una ayuda de la Junta de
Andalucía, 30.000 euros, con la que sobreviven pero no podrán dar ningún nuevo
paso.
“En ratones inducidos con células
tumorales humanas la eficacia del fármaco está demostrada”, sostiene Marchal.
El siguiente paso es muy costoso. Tienen que realizar un ensayo clínico en
personas sanas, unos 200 voluntarios, para demostrar que la toxicidad del
fármaco es baja. A partir de ahí los protocolos son muy estrictos y caros. Optan
también a financiación de la Unión Europea. El catedrático no vende humo. Sabe
que puede resultar o no, pero indica que las posibilidades de que funcionen son
altas y es “frustrante” quedarse a las puertas del desenlace final. Distintas
revistas internacionales y comunidades científicas de otros países europeas se
han hecho eco de sus hallazgos.
De los quince profesionales que
integran este grupo científico solo cinco son profesores funcionarios de la
Universidad. Otro tiene un contrato senior con cargo al Ministerio que debe
renovar cada tres años y está ahora mismo pendiente de respuesta. Dos
investigadores son becarios. El resto trabajan sin sueldo ni remuneración como
parte de sus tesis doctorales. La fuga de talentos ha llegado al grupo
granadino. Dos de los científicos colaboran ahora mismo desde Miami, donde han
obtenido una beca, y otros dos doctores se buscan la vida, una de ellas en
Dinamarca.
Ante la pregunta de qué les hace
seguir adelante, el doctor Marchal lo tiene claro: las muestras de apoyo de la
gente. El principal impulsor es un paciente de cáncer de colón de Málaga,
médico psiquiatra. Él ha puesto en marcha varios actos benéficos para recaudar
fondos. Convenció a la tuna de la Universidad de Granada, a la que perteneció
en su juventud, para un concierto solidario. En Mijas, el vocalista de un grupo
de rock llamado Carpe Diem, también envió todo lo que recaudó con una de sus
actuaciones. Ahora tiene en marcha la grabación de un vídeo con una canción original
que permitiría obtener dinero en cada click. Miguel Ríos o Danza Invisible se
han mostrado interesado en ayudar a esta comunidad científica. “Todo esto parte
de la gente. Nosotros casi no hacemos nada”, asegura el científico.
Van a probar con el crowdfunding a
través de una plataforma de mecenazgo impulsada por la Universidad de Granada.
“Desde que comenzamos a tener problemas de financiación hay cada vez más
pacientes, de España y fuera del país, que nos escriben y se ofrecen para que
probemos en ellos el fármaco. No estamos en esa fase. Aún no. Pero sus cartas
también nos ayudan a seguir adelante”, cuenta el científico granadino, que ya
presentó su tesis doctoral en fármacos tumorales en 1996. Fue el principio y
aquí siguen. “No vamos a tirar la toalla”, asegura. “Ahora no porque ¿y si
funciona?, ¿saben lo que esto podría suponer?”. Ojalá esa pregunta tuviera
respuesta.
FUENTE: El Confidencial
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