Si existe una técnica médica para
explorar el cuerpo humano con el fin de hacer un diagnóstico o prescribir otras
pruebas es la palpación. Y es que son muchas las enfermedades que implican
cambios estructurales en los tejidos, lo cual se ve reflejado en cambios en sus
propiedades mecánicas, tales como la elasticidad. Simplemente con el tacto, y
un conocimiento detallado del cuerpo, el médico puede evaluar el tamaño y la
rigidez de un tumor, la presencia de ganglios linfáticos inflamados, o el
tamaño y la posición del feto en una mujer embarazada, por mencionar algunos
ejemplos, de ahí su importancia.
Este tipo de examen se ha sustituido
o complementa con técnicas modernas que proporcionan los índices de elasticidad
de un tejido biológico. Para ello generan y detectan ondas que se propagan a
través del cuerpo a velocidades variables dependiendo de la rigidez de los
órganos; cuanto más rígido sea el tejido, más lenta es la propagación de la
onda, y viceversa.
Por su naturaleza, sin embargo, es
más difícil medir la elasticidad del cerebro. Al estar doblemente protegido por
el cráneo y el líquido cefalorraquídeo, resulta de difícil acceso para unas
ondas aplicadas externamente. La única forma sería recurriendo a procedimientos
altamente invasivos como pueda ser una craneotomía, que implica abrir el
cráneo, por lo que está limitado a casos excepcionales. Por tanto, es imposible
palpar directa o indirectamente el cerebro, algo que complica enormemente el
trabajo de los neurocirujanos, que sólo tienen información sobre la elasticidad
de la superficie cerebral.
Ahora, un equipo de investigadores
del Instituto Nacional francés de la Salud y la Investigación Médica (Inserm),
ha desarrollado un método no invasivo de toma de imágenes cerebrales, mediante
resonancia magnética, que proporciona la misma información que una palpación
física. Para ello han recurrido a la adaptación de un algoritmo que normalmente
se utiliza para estudiar terremotos.
Según detalla el Inserm en un
comunicado, el sistema podría utilizarse en última instancia para ayudar a
detectar tumores, en el diagnóstico precoz de enfermedades como el Alzheimer y
otras anomalías. Los resultados del estudio acaban de publicarse en la revista
científica PNAS.
Adaptación de la resonancia
El equipo dirigido por Stefan
Catheline, y otros alrededor del mundo, han estado trabajando en fórmulas que
permitieran adaptar escáneres de resonancia magnética para medir la elasticidad
del cerebro. Estos aparatos funcionan midiendo el contenido en agua, pero con
ligeras modificaciones pueden medir el movimiento de las moléculas de agua. Así
son aptos para recoger movimientos de los tejidos cuando se agitan.
Sin embargo, según recoge un
artículo publicado en la revista online NewScientist, tales dispositivos no han
pasado del laboratorio, en parte por la dificultad para manejarlos. "Es
difícil tratar de mover todo el cráneo usando un vibrador", explica el
investigador. Algunos equipos lo han intentado con moldes de dientes
vibratorios, pero producen dolores de cabeza entre los participantes. Otros
grupos han optado más recientemente por almohadas vibratorias.
La propuesta de los investigadores
franceses toma otro rumbo. En lugar de mover físicamente la cabeza, quieren
aprovechar las vibraciones naturales del cerebro, que se producen por ejemplo
por el pulso de la sangre en las arterias y el líquido cefalorraquídeo
circulante. "Tendemos a pensar en el cerebro como un órgano estático, pero
hay mucho movimiento ", destaca Catheline.
Este giro en la investigación llegó
después de pasar un tiempo trabajando con sismólogos, que estudian cómo extraer
información de las ondas sísmicas que se generan durante un terremoto.
Catheline pidió prestado a sus colegas el algoritmo utilizado para analizar las
vibraciones de la Tierra, incorporándolo a su escáner de resonancia magnética
modificado. Como resultado, el equipo fue capaz de medir las vibraciones
naturales en el cerebro de dos voluntarios sanos - información normalmente
descartada al considerarse ruido.
Diagnóstico y control
Este tipo de exploración podrá
revelar mucha más información sobre lo que está pasando en el cerebro que las
imágenes de resonancia magnética tradicionales. El contenido de agua de las
células no tiende a variar mucho, pero sí las propiedades mecánicas. Así,
mientras puede parecer que un poco de tejido cerebral está formado por células
idénticas en una resonancia magnética, una exploración con elastografía
revelaría una enorme variación en elasticidad o dureza, lo cual abre un
apasionante camino para el estudio y el diagnóstico.
El equipo de INSERM espera que su
técnica ayude con el tiempo a diagnosticar enfermedades y controlar el éxito de
su tratamiento, caso del Alzheimer, la epilepsia, la esclerosis múltiple o la
hidrocefalia, pues implican cambios en la rigidez de los tejidos. Por ejemplo,
en el caso de algunas formas de demencia, se sabe que las placas tienen más
elasticidad que el tejido cerebral normal, por lo que la nueva técnica
permitiría detectar esas diferencias. Con su uso se evitarían además las
biopsias cerebrales.
Sin embargo, los investigadores
auguran que la primera aplicación clínica será probablemente para evaluar la
dureza de un tumor existente. El sistema sería de gran utilidad antes de la
cirugía, pues mientras una masa suave puede ser succionada rápidamente, los
tumores más difíciles requieren una disección cuidadosa, que a veces supone varias
horas.
FUENTE: tendencias21.net
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