El meduloblastoma es un tipo de
cáncer maligno que se desarrolla en el cerebelo y que, aun ciertamente
infrecuente, afecta fundamentalmente a la población infantil. De hecho, y si
bien se estima que su incidencia anual es de solo 5-10 casos por cada millón de
niños con edades entre los 0 y los 14 años, el meduloblastoma se corresponde
con el cáncer maligno cerebral más común entre los menores. De ahí la
importancia, crucial, de desarrollar nuestros tratamientos para este tipo de
cáncer, en el que los avances no son tan significativos como los alcanzados en
otras enfermedades oncológicas. Sin embargo, investigadores del Instituto de
Investigación Médica Sanford Burnham Prebys en La Jolla (EE.UU.) parecen haber
descubierto un nuevo tratamiento eficaz frente a esta devastadora enfermedad.
Como explica Robert Wechsler-Reya,
director de esta investigación publicada en la revista «Cancer Cell», «nuestro
objetivo era identificar fármacos con una toxicidad mínima y que pudieran ser
trasladados rápidamente desde el laboratorio a la clínica, en la que se
requieren opciones terapéuticas de forma desesperada. Y ahora hemos
identificado un nuevo componente que, utilizado junto a un segundo fármaco,
inhibe el crecimiento tumoral tanto in vitro como in vivo».
Tumor maligno cerebral
A día de hoy, el meduloblastoma se
clasifica en cuatro subtipos: subtipo WNT, subtipo SHH, grupo 3, y grupo 4. Y
frente al resto de subtipos, los tumores del grupo 3 se asocian a un peor
pronóstico, por lo que tan solo un 40% de los afectados sobrevive a largo plazo
–frente a un 80% en los otros tres subtipos–. La razón para esta menor
supervivencia se explica por la alta activación del oncogen ‘MYC’ en el grupo
3, que provoca que las células se dividan de manera incontrolable y acaben
formando tumores.
En el estudio, los investigadores
utilizaron un modelo animal –ratones– de tumores del grupo 3 y observaron que
la combinación de inhibidores de la histona deacetilasa (HDACI) e inhibidores
de la fosfoinositol 3-quinasa (PI3KI) logran erradicar, cuando menos
potencialmente, las células tumorales del meduloblastoma tanto en ratones como
en humanos. Un efecto, además, que resulta muy poco tóxico para las células
sanas.
Como apunta Yanxin Pei, co-autora de
la investigación, «nuestros resultados han identificado distintos HDACI capaces
de erradicar las células de meduloblastoma activadas por el ‘MYC’ sin dañar a
las células sanas. Además, el más potente de estos inhibidores, denominado
‘panobinostat, ya está siendo evaluado en ensayos clínicos para otros tipos de
cáncer. Pero aún no ha sido testado en el meduloblastoma».
Y en este contexto, como destaca
Kun-Wei Liu, co-autor del estudio, «distintos estudios previos han demostrado
que ‘panobinostat’ actúa promoviendo la actividad del gen ‘FOXO1’, que
interfiere con el oncogen ‘MYC’. Así, y dado que es conocido que los PI3KI
también activan el gen ‘FOXO1’, creemos que combinar ‘panobinostat’ con un
PI3KI puede tener un efecto sinérgico a la hora de bloquear la supervivencia de
las células tumorales. De hecho, hemos visto que, frente a otros fármacos, esta
combinación terapéutica mejora significativamente la supervivencia de los
ratones con tumores humanos del oncogen ‘MYC’».
Necesidad de ensayos clínicos
El beneficio asociado al
‘panobinostat’ ha podido ser demostrado, cuando menos en modelos animales,
gracias al empleo en este estudio del denominado ‘cribado farmacológico de alto
rendimiento’, un método que permite evaluar cientos, cuando no millares, de
compuestos químicos para identificar moléculas biológicamente activas. Así, el
siguiente paso será constatar si el uso de este compuesto en combinación con
los PI3KI es eficaz en seres humanos. Y para ello, se requiere la realización
de ensayos clínicos, lo cual no resulta fácil.
Como concluye Robert Wechsler-Reya,
«por lo general, los ensayos clínicos para el meduloblastoma suponen un reto
dada el limitado número de pacientes. Además, la variabilidad de la enfermedad
conlleva a que muchas terapias tan solo sean efectivas en un subtipo de
pacientes. Así, el objetivo principal debe ser descubrir qué pacientes
responderán a cada tratamiento, por lo que necesitamos terapias basadas en la
genética del tumor. Es decir, la consabida ‘medicina personalizada’, pues así
podríamos lograr un enorme impacto sobre los pacientes con esta enfermedad».
FUENTE: abc.es
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