El glioblastoma multiforme es uno de
los tumores más prevalentes y mortales
del cerebro. De hecho, se trata de
un tipo de cáncer que, resistente a la
quimioterapia y la radioterapia,
resulta muy difícil de extirpar quirúrgicamente,
por lo que la supervivencia media de
los pacientes que lo desarrollan no
supera, aun a día de hoy, los 15
meses. De ahí la importancia de un nuevo
estudio dirigido por investigadores
de la Universidad de Ottawa (Canadá), en
el que por primera vez se identifica
una proteína –denominada ‘receptor de
oncostatina M’ (OSMR)– totalmente
necesaria para la formación del tumor. Tal
es así que, como también muestra el
estudio, el bloqueo de esta proteína
imposibilita el desarrollo del
glioblastoma, lo que abre la puerta al desarrollo de
nuevos tratamientos farmacológicos
específicamente dirigidos contra este tipo
de cáncer.
Como explica Arezu JahaniAsl,
directora de esta investigación publicada en
la revista «Nature Neurosciences»,
«resulta descorazonador que la mayoría
de los pacientes que desarrollan
este tumor sobrevivan solo 16 meses. Y es
que aún en la actualidad no existe
ningún tratamiento eficaz para este
tipo de cáncer, siendo esta la razón
que nos empujó a investigar esta
enfermedad».
Por lo general, las células
tumorales de cualquier tipo de cáncer tienen la
capacidad de formar por sí solas un
nuevo tumor. Pero esto no sucede así en
el caso del glioblastoma multiforme,
en el que solo un limitado tipo de células
madre tienen esta capacidad
cancerígena. El problema es que el tumor, dada
su localización, es muy difícil de
extirpar completamente. Y con que solo se
deje una de estas células madre con
capacidad proliferativa, el tumor volverá
a desarrollarse.
La buena noticia es que, como muestran
los resultados del estudio, el bloqueo
de la actividad de la proteína OSMR
previene la formación del tumor. O así se
ha visto, cuando menos, en modelos
animales –ratones– en los que promovió
el desarrollo de un glioblastoma
multiforme a través de la implantación de
células madre tumorales humanas.
Como destaca Michael Rudnicki,
coautor del estudio, «el que fuéramos
capaces de detener por completo la
formación del tumor fue un resultado tan
espectacular como sorprendente. Así,
los resultados demuestran que esta
proteína es una pieza clave en este
puzle, por lo que se presenta como una
posible diana terapéutica para
futuros tratamientos».
Es más; la proteína OSMR no solo
posibilita la formación del tumor. También hace que el glioblastoma resulte, si
cabe más mortal. Y es como se comprobó a partir del análisis de las muestras tumorales
de 339 adultos con glioblastoma
multiforme, cuanto mayor es la
expresión del OSMR, más prematura es la muerte del paciente.
Un hecho que se observó asimismo en
los modelos animales: aquellos a los que se les implantaron células madre
tumorales humanas con una baja
expresión del OSMR vivieron hasta un
30% más que aquellos en los que las
células tenían una expresión normal
de la proteína.
Más allá del glioblastoma
Distintas investigaciones previas
han mostrado que la mutación del factor de
crecimiento epidérmico (EGFR)
conocida como ‘EGFRvIII’ promueve la
formación del glioblastoma
multiforme. Sin embargo, los estudios llevados a
cabo para desarrollar un fármaco
eficaz frente a esta mutación han resultado
totalmente infructuosos. Y ahora, el
nuevo estudio ha demostrado que el
efecto cancerígeno del EGFRvIII solo
se lleva a cabo una vez se ha unido a la
proteína OSMR. Un hecho que, como
resaltan los autores, «podría facilitar el
desarrollo de tratamientos efectivos
no solo frente a los glioblastomas, sino
también para otros tipos de cáncer
en los que la expresión del EGFR se
encuentra amplificada, caso de los
cánceres de mama, de pulmón y de
cérvix».
Como concluye Azad Bonni, coautor
del estudio, «nuestros resultados
plantean una perspectiva emocionante
sobre nuevas dianas potenciales para
una enfermedad letal. El próximo
paso será encontrar anticuerpos o pequeñas
moléculas que puedan desactivar la
proteína OSMR o detener su interacción
con el EGFR. Pero aún habrá que
esperar varios años para que un
tratamiento dirigido frente a esta
proteína sea una realidad».
FUENTE: ABC