lunes, 4 de mayo de 2015

Cáncer: ¿hay novedades?


Acaba de clausurarse en el Centro de Convenciones de Filadelfia, Estados Unidos, el AACR Meeting, es decir, la principal conferencia científica mundial anual sobre el cáncer, donde los científicos de todo el mundo exponen las investigaciones y logros más novedosos al respecto.
Para comenzar con alguna noticia positiva podríamos citar que, tras conocerse los resultados del estudio más amplio realizado hasta la fecha, sobre más de 100.000 personas, con un seguimiento de 32 años, se ha confirmado que la aspirina reduce modestamente el riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer. Los investigadores encontraron una disminución general del 5 por ciento de riesgo para sufrir todos los tipos de cáncer en las personas que declaraban tomar dos o más tabletas de aspirina por semana. Esta disminución se debe principalmente a una reducción del 20 por ciento en el riesgo de cánceres gastrointestinales (incluyendo una caída de 25 por ciento en el riesgo de cáncer colorrectal), aunque no hubo reducciones en el riesgo de cáncer de mama, de próstata avanzado, pulmón u otros cánceres no gastrointestinales
En los últimos años los esfuerzos y progresos más notables de los miles y miles de investigadores de todo el mundo que luchan contra el cáncer se han acentuado en varias direcciones que podemos simplificar en: avances de las inmunoterapia, necesidad de tratamientos individualizados, uso de avatares, seguimiento y control de los cambios genéticos, control de la heterogeneidad tumoral e influencia del microambiente, etc. Brevemente, comentaremos algunos de ellos.
El de la inmunoterapia es uno de los campos más activos actualmente. La inmunoterapia del cáncer intenta estimular el sistema inmunitario propio para rechazar y destruir los tumores. En el último año, la estrategia ha sido objeto de atención después de dar algunos resultados positivos en melanoma y en cánceres de pulmón y riñón. La FDA americana ya ha aprobado diversas inmunoterapias contra el cáncer. Uno de los procedimientos consiste en modificar las células T inmunológicas del paciente para que expresen receptores de antígenos quiméricos (CAR) que reconocen a ciertos antígenos específicos del cáncer, de modo que los investigadores pueden “cebar” las células para reconocer y destruir las células tumorales, que de otro modo escaparían de la detección inmunológica. Para conseguirlo, el proceso consiste en la extracción de las células T del paciente, su transfección con un gen y la reinfusión de esas células transfectadas al paciente. Este relativamente nuevo sector está experimentando un frenesí de actividad científica, empresarial, y financiera, que despegó a finales de 2013, continuó a lo largo de 2014, y que prosigue este año sin señales de disminuir. Por ahora, la mayoría de las principales compañías farmacéuticas estudian los CAR de las células T y en los últimos dos años, por lo menos media docena de empresas han hecho ofertas de asociación con grupos investigadores por valor de cientos de millones de dólares, lo que se ha traducido en el comienzo de decenas de ensayos clínicos.
No todo es positivo. Por ejemplo, un motivo de preocupación son ciertas serias complicaciones señaladas en algunos casos, ocasionadas por una denominada “tormenta de citoquinas”. Otro aspecto es que, a diferencia de la quimioterapia, que actúa directamente sobre el tumor, la inmunoterapia actúa sobre el sistema inmune, que luego actúa sobre el tumor. Esto necesita su tiempo. Y si el tratamiento no es eficaz, la administración de la inmunoterapia puede resultar en pérdida de tiempo durante el cual un paciente podría haber recibido otro tratamiento. Por lo tanto, sería ventajoso el desarrollo de una prueba predictiva, rápida, no invasiva que sirviese para predecir la eficacia inmunoterapia al principio del tratamiento. Ya está en fase adelantada una prueba de este tipo, basada en los repertorios de los receptores de células T personales de los pacientes (TCRRs).
La necesidad de terapias personalizadas contra el cáncer se ha hecho evidente en los últimos años. Y es necesario conocer las respuestas a los fármacos en cada caso particular. Ello implica el conocimiento genético del tumor y la investigación de su interacción con los fármacos. Respecto a este último punto, al menos dos grupos investigadores, uno de del Centro de Investigación Fred Hutchinson de Seattle y otro del MIT de Massachussets, ya han desarrollado dispositivos de administración de fármacos antitumorales implantables para estudiar las respuestas en tiempo real a las múltiples terapias posibles en los pacientes con cáncer.
Por otra parte, para predecir cuál sería la respuesta del tumor del paciente ante una determinada actuación terapéutica, algunos grupos investigadores están ensayando con avatares no humanos que sean portadores del tumor específico de un paciente. No existen dos cánceres iguales y los tumores, a través de sus mutaciones son bastantes imprevisibles, incluyendo cómo reaccionará el tumor al tratamiento. Debido a la toxicidad de la quimioterapia, ningún paciente querría saber por ensayo y error cómo responderá su tumor particular a un determinado fármaco. Así que los avatares servirían para identificar qué terapias serán más beneficiosas antes de que realmente se trate al paciente. A tal fin se están realizado en numerosos centros múltiples ensayos basados en ratones portadores de xenoinjertos de los tumores humanos. Una empresa de New Jersey está desarrollando, a tal efecto, un modelo de ratón personalizado que anuncian podría usarse de modo general para tal fin. La utilidad de los ratones avatares es, hoy por hoy, discutida entre los expertos, entre otras razones porque la tasa de éxito de los xenoinjertos no suele ser muy elevada y el costo de su mantenimiento (deben existir varios avatares en cada caso) es elevado. Recientemente se ha postulado una alternativa para superar algunos de esos inconvenientes: usar como avatares moscas de la fruta, Drosophila. El laboratorio de Ross Cagan en el Hospital Mount Sinai de la ciudad de Nueva York ha desarrollado un método para recrear los tumores humanos en Drosophila, que tiene homólogos funcionales de un 75 por ciento de los genes causantes de enfermedades humanas, y el equipo investigador están desarrollando y usando pantallas conteniendo cada una 100.000 avatares de moscas.
Los avances en los sistemas de secuenciación y el abaratamiento de sus costos también están permitiendo grandes avances en dos aspectos esenciales para combatir la enfermedad: conocer las razones genéticas por las que un 66% de personas no desarrollan cánceres, son resistentes al mismo y, por otra parte, investigar los cambios genéticos que tienen lugar durante el desarrollo de un tumor.
En resumen, ante un problema tan complejo no pueden existir soluciones únicas y milagrosas pero el paso previo de su conocimiento científico avanza muy velozmente.
FUENTE: La Verdad

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