La inmunoterapia ha conseguido sus
primeros éxitos contra el cáncer de pulmón. Este abordaje, consistente en
activar el sistema inmunitario del paciente para que colabore en la lucha
contra las células cancerosas, había fracasado hasta la fecha al intentar
usarla en uno de los tumores más frecuentes y mortales, el de pulmón (más de
26.000 casos y de 21.000 muertes en España en 2012, según los datos de la
Sociedad Española de Oncología Médica, SEOM). El avance es tan importante que
el viernes mereció la primera sesión del Congreso de la Sociedad Americana de
Oncología Clínica (ASCO) que se celebra en Chicago.
Aunque el cáncer de pulmón sea el
más frecuente de los tratados, en el congreso, al que EL PAÍS ha acudido
invitado por Janssen, se ha resaltado también las expectativas que este
abordaje abre para otros cánceres, como el de cabeza y cuello, colon e hígado.
El nexo común entre todos ellos es un juego de dos proteínas, la PD-1 y la
PDL-1, la primera en los linfocitos del sistema inmunitario y la segunda en las
células tumorales. Y lo que hacen los fármacos que se han ensayado (el
nivolumab, de BMS, y el pembrolizumab, de Merck), en líneas generales, es
asegurarse de que la PDL-1 no oculta el cáncer a las defensas del paciente.
En el caso del cáncer de pulmón, el
avance es especialmente importante porque, hasta ahora, se había resistido a la
inmunoterapia. Se decía que era poco sensible a esos tratamientos, “pero lo que
pasaba es que no teníamos el correcto”, dijo Luis Paz-Ares, del Hospital 12 de
Octubre de Madrid, que ha participado en los ensayos y fue el encargado de
exponer los avances conseguidos. De los distintos tipos de cáncer de pulmón, el
trabajo de Paz-Ares se ha centrado en el denominado de células no pequeñas y no
escamoso.
La complejidad del nombre es una
prueba de que, según avanza el conocimiento, se van acotando más los
tratamientos para darles una terapia que se denomina personalizada. La
importancia de trabajar con este grupo –y con el de los tumores escamosos,
cuyos resultados se presentaran el domingo- es que entre ambos representan el
85% de los cánceres de pulmón, precisamente aquellos que actualmente tienen
peor pronóstico. De hecho, la eficacia del nivolumab, según el estudio
CheckMate057, va en paralelo a la presencia de la proteína PD-1 en las células.
Si, de media, la supervivencia de los pacientes pasa de los 9,4 a los 12,2
meses frente al tratamiento actual con docetaxel, en los que tienen una mayor
expresión de la PD-1 pasa de 9,4 a 18, indica Paz-Ares.
En el caso del cáncer de hígado
avanzado, con el mismo fármaco se consigue pasar de un 30% de supervivencia al
año a un 62%, indico Anthony B. El-Khoueiry, de la Universidad del Sur de
California, frente al tratamiento con sorafenib. En el cáncer de cabeza y
cuello, el 56% experimenta una reducción del tumor, dijo Tanguy Sehwert, de la
Universidad de Chicago. Incluso en los casos en que la eficacia es limitada,
hay otro aspecto a tener en cuenta, apunta Paz-Ares: los efectos adversos, que
son mucho menores con el nuevo medicamento –aunque los tiene-, lo que puede ser
otro factor a considerar.
Esta relación entre la eficacia del
fármaco y la existencia de ciertas proteínas lleva a postular a la PDL-1 como
un biomarcador (una señal que se puede medir del estado del organismo). En este
caso, no es como la proteína PSA en el cáncer de próstata porque no es un
diagnóstico. Una medición de la PD-1 en las células cancerígenas puede servir
también como predictor del comportamiento el tumor ante el tratamiento.
“Costaría menos de 100 euros” y
evitaría gastar miles en darle un fármaco a alguien que no se va a beneficiar”,
apunta Paz-Ares. La PD-1 –una de las proteínas estrella de la inmunoterapia
actual- ve reforzado su papel cuando combina con otro proceso, el de
“deficiencias en la reparación” del ADN. Este es clave para las células, ya que
elimina los errores en el material genético que se producen cuando la célula se
divide. En el caso del cáncer; la proliferación hace que estas mutaciones se
acumulen. “Es como llenar a una célula de banderas rojas para que el sistema
inmunitario las identifique”, explico Lynn Schuchter, vicepresidenta de ASCO.
Cuando esto sucede, es fácil de ver, señaló Le Dung T., del Johns Hopkins. Y en
este caso, el tratamiento con pembrolizumab del cáncer de colon, que es el que
ha estudiado Dung, es más eficaz.
FUENTE: El País
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